Hundidos por el rey (Venezuela 1-4 Chile)
Hundidos por el rey (Venezuela 1-4 Chile)
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Hundidos por el rey (Venezuela 1-4 Chile)

Lizandro Samuel
2016-03-29 22:40:24
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Que esté dormido no significa que no esté allí. Chile pasó veinte minutos silenciosos que la Vinotinto aprovechó. No fue suficente, el rey de América se despertó y le recordó a Venezuela por qué ocupa el último puesto de la Eliminatoria

  1. Hay noches que invitan a citas memorables. Lo que arranca bien termina bien, dice el refrán. No obstante, la realidad escapa de los vanos intentos de nuestra especie de resumirla en frases con tintes absolutistas. El fútbol ofrece escenarios que nos hacen recordar esto. Los 20 minutos iniciales de Venezuela, los gestos de Otero, la energía de un estadio enamorado que aún creía en su ídolo, podrían haber hecho pensar que había llegado un momento para revertir la vorágine negativa. Chile, al ritmo de un rey Arturo que se llama Vidal, decidió recordarle a la Vinotinto los porqués de su posición en la Eliminatoria.
  2. Venezuela encaró el partido de la forma más idónea posible. Presionando en tres cuartos de cancha, logró obstaculizar la salida chilena durante los minutos iniciales del cotejo. Jara y Medel, los centrales visitantes, tenían permitido pasarse la pelota entre ellos, y hasta contaban con la ayuda del mediocentro Francisco Silva y de Arturo Vidal; pero cuando trataban de superar la mitad de la cancha, se daban cuenta de que el resto de sus compañeros se hallaban referenciados. La basculación de Venezuela fue una coreografía de Brodway y Chita se vio mejor situado ante el tablero de ajedrez que Pizzi.
  3. Un movimiento en Chile y uno en Venezuela le devolvieron la superioridad, que exhibían en la previa, a los visitantes. La posición de Vidal en la cancha, durante toda la era Sampaoli, condicionó el modelo de juego chileno. Mientras más retrasado se movía, el equipo exhibía un aparente mayor dominio posicional: con cautela, pase a pase, las jugadas se construían de forma más elaborada. Mientras más adelantado se posicionaba Vidal, la selección adquiría la personalidad desenfrenada de su inquieto DT: estiraba las líneas e iba adelante con la ansiedad de quien solo entiende el fútbol desde las máximas emociones. Facilitaba que sus rivales llegaran a su área, pero también lograba hacer daño con mayor simpleza. Ese era la Roja que hacía delirar a su país. Ante Venezuela, tras 20 minutos en los que no pudo imponerse desde un pausado intento de dominio, el rey elevó su dedo e indicó el camino: vértigo. Dejando de colaborar en la salida y ocupándose más de recibir entre líneas o entre los defensores venezolanos, Vidal, quien –por ciertos encontronazos– parecía a punto de perder la cabeza, ayudó a los suyos a ganar al terreno.
  4. Quizá esto hubiese tenido menor impacto en Venezuela si Arquimedes Figuera no hubiese tenido que salir por lesión. Si se evalúa solo su comportamiento con pelota, no pareciera el más idóneo para acompañar a Tomás; sin embargo, su enorme voluntad le permitió frente a Perú y –mientras estuvo en cancha– versus Chile explotar al máximo sus cualidades: cubrió gran porción del terreno de juego durante la defensa posicional. Atento, prolijo e intenso, mantuvo a raya a un mediocampo famoso por las facilidades que encuentra para eliminar rivales. Luisma Seijas, el encargado de sustituirlo, no posee las mismas virtudes en defensa de Figera y, en medio del cambio posicional de Vidal, pronto la Vinotinto se vio superada.
  5. Si hay que hablar de cosas positivas para la Vinotinto, conviene mencionar a Rómulo Otero. Medio en broma, medio en serio, declaró hace meses que con el retiro de Arango la responsabilidad de los tiros libres recaía sobre su pierna derecha. Arrogancia o convicción, lo cierto es que luce cada vez más cómodo. Obediente en tareas defensivas y desatado en labores ofensivas, su intensidad competitiva encontró el clímax en un gol que hizo vibrar las cuerdas vocales de La Carolina.
  6. En el segundo tiempo el partido se tornó más abierto por decisión de ambos entrenadores. Para combatir el vértigo chileno, Chita decidió presionar la salida rival. Esto alargó al equipo. La defensa permanecía en su campo mientras el resto de las líneas atosigaban a los visitantes. El riesgo era grande: Alexis Sánchez superó sus marcadores en todos los duelos. Roberto Rosales fue el más agravado, pero nadie se salvó de su gambeta. Plantear enfrentamientos individuales cerca del área propia podría interpretarse como una locura. No lo era tanto: la idea, en el papel, era que la pelota no llegara (O en su defecto no de forma cómoda) a los atacantes chilenos. Las capas de presión vinotinto lograron incomodar al rival. Hasta se produjeron recuperaciones en zonas altas de la cancha. No siempre: cada vez que Chile superó esas marcas, avanzó libre hacia el área local, casi que amparado por los reiterados fallos defensivos que esta vez tuvieron a Vizcarrondo como protagonista.
  7. La cancha de fútbol, que siempre simula ser un tablero de ajedrez, escenificó un ring de boxeo en el que ataques iban y venían. Vidal era referenciado de forma zonal por toda la cancha (Lo que no evitaba que se impusiera). Y Tomás Rincón fue haciéndose más destacado. El capitán es quien mejor se desenvuelve en las transiciones defensivas: mientras su selección era superada cada vez con mayor frecuencia, sus intentos por evitar la debacle se hacían más notorios. Un escena trágica: Rincón, con frecuencia –como ha sido desde hace demasiado tiempo– recibió la pelota en la mitad de la cancha y tuvo que tratar de avanzar en conducción y a trompicones, usando sus bondades físicas, debido a que no encontraba posibles receptores a un necesario pase. No hace falta especificar en qué minuto sucedió eso: la reiteración de ese problema sintetiza las deficiencias de la Vinotinto en ataque posicional.
  8. Un equipo que se sabe inferior a su rival debe evitar dos tipos de goles: los de pelota parada y los que son productos de concesiones propias. Venezuela recibió los dos primeros tantos chilenos por esas vías. El regalo, esta vez, llegó gracias a Seijas: el volante de primera línea más docto con la pelota que ha usado con mayor frecuencia Sanvicente. La ironía existe para burlarse de la lógica.
  9. Con el 1-2, Chile decidió gestionar el resultado: entregó la pelota a Venezuela, consciente las deficiencias de esta para situarse en campo rival con balón dominado, y a sabiendas de que en transiciones ofensivas ganaría casi todos los duelos. No se equivocó y, luego de una falta sobre Josef Martínez que debió penalizarse con tarjeta roja y solo acabó en amarilla, el rey sentenció de muerte el ánimo del estadio. El silencio es la forma más elocuente de la tristeza.
  10. Pese al abultado resultado (El cuarto gol fue la consecuencia de un equipo que ya lloraba la derrota), se puede rescatar el rendimiento de Otero y Josef. Chicos, ambos, que guiarán a los testigos del boom, los niños que hoy compiten al más alto nivel. De Josef, quien tuvo un gran partido, se habla como si fuera un veterano: su juventud, talento y disposición para trabajar, hacen suponer que tendrá tardes de gloria con la camiseta nacional. También se debe seguir resaltando la labor de Rincón: no es el venezolano con más talento, pero es el que mejor ha jugado en los últimos dos ciclos. Ya está en la historia como uno de los mejores mediocampistas que ha parido este fútbol. Por último, Sema volvió a mostrar que pretende consolidarse como titular en la selección.
  11. Nada más qué agregar. El escenario es tan triste que ni el más pesimista lo habría imaginado. Lo positivo podría estar en la forma en la que se interpreten los fracasos. Ojalá que la crisis sirva para que quienes llevan las riendas del fútbol venezolano empiecen a hacer las cosas de mejor manera.
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