Antología de fracasos
La realidad del fútbol venezolano pareciera creada por un escritor esquizofrénico, enamorado de la melancolía y del absurdo. La presente campaña ha estado compuesta por una extensa sucesión de fracasos que siguen resaltando lo mediocre del FutVe
En palabras del crítico Carlos Sandoval, Miguel Hidalgo Prince “forma parte de un grupo de escritores venezolanos (…) que se han tomado el oficio de la escritura como profesión de fe y con alto sentido de la competencia”. En el 2011, tras años figurando en prestigiosos concursos, publicó su primer libro: Todas las batallas perdidas, una colección de diez relatos que parecieran ser un homenaje a los derrotados. “No es una apología a la figura del perdedor, solo son personajes que están golpeados por la vida, que no tienen motivación alguna”, declaró el joven autor a El Universal, en el 2012.
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El 25 de mayo del 2014, en el estadio Cachamay, luego de que Zamora se proclamara campeón de la temporada 2013/14, conversé con Laureano González, vicepresidente de la FVF. Le pregunté sus impresiones del torneo, haciendo énfasis en lo ocurrido en la jornada 7 del Clausura. Él, dando señas de que quería irse pronto, dijo sentirse “satisfecho”, también consideró que “el campeonato fue un éxito”, y que “se resolvieron de la mejor manera posible todos los inconvenientes”.
Cabe recordar que en febrero del 2014, Venezuela se vio inundada de protestas estudiantiles que fueron contenidas por la GNB, lo que desencadenó enfrentamientos que dejaron sangre, histeria y una sensación colectiva de zozobra. Debido a eso, la AUFPV se negó a disputar la jornada 7 del Torneo Clausura, argumentando que no existían las medidas necesarias para garantizar la seguridad. De esta forma, los futbolistas profesionales “se fueron a paro”. La FVF, que había suspendido los torneos nacionales sub 20 y sub 18 por la delicada situación del país, obligó a los equipos de la Primera División a disputar la jornada 7 y, debido al paro de futbolistas profesionales, los aupó a hacerlo con jugadores juveniles, como se hizo en la mayoría de los casos.
A la larga, la AUFPV cedió y accedió a jugar las siguientes jornadas; sin embargo, tal situación repercutió directamente en el campeonato: en la susodicha jornada 7, Llaneros le ganó 3-0 a Mineros. Ambos jugaron con juveniles, pero los de Mineros eran chicos que ni siquiera estaban en miras de formar parte del primer equipo, puesto que sus juveniles más capaces habían jugado el día anterior con el filial (La Segunda División se jugó con normalidad y no atendió el llamado de la AUFPV). Por su parte, Zamora, que sería más adelante el campeón del Clausura –con lo que accedería a la final para enfrentar al campeón del Apertura, Mineros–, empató de visitante, 1-1, con el Danz. Al finalizar el torneo, Zamora resultó campeón con 39 puntos, dos por encima de Mineros, lo que significa que si este último hubiese jugado con su equipo habitual frente a Llaneros –equipo que nada más cosechó 12 puntos–, puede que hubiese ganado tres puntos que más adelante le hubiesen servido para ser el campeón absoluto de la temporada.
Laureano González obvió ese detalle al hablar de un año futbolístico en el que parecía que lo peor del fútbol venezolano había salido a la luz, y que el fondo, si no se había tocado ya, estaba muy cerca. De ahí en adelante, y a lo largo de toda la presente campaña, solo se han venido sumando una sucesión de derrotas que parecieran sacadas de Todas las batallas perdidas.
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Ya abierta la convocatoria, en el 2013, para el IX Concurso Nacional de Cuentos SACVEN, se le preguntó a Miguel si pensaba participar. “¡No, chamo, qué va! ¡Ya yo no compito en eso! ¡Nunca gané esa vaina!”, respondió. Y, ciertamente, su currículo ostenta demasiados títulos de finalista: 2007, 2009 y 2011 (El concurso se realiza de forma bianual). Esto resulta más llamativo si se entiende que el patrón se extendió a su participación en otros premios.
“Se podría decir que estoy picado. Tampoco es que me desespera, pero sí quisiera, en algún momento, un primer lugar. Es una deuda conmigo”, declaró Hidalgo Prince a El Universal.
Y es que pese a que no fue sino hasta el 2013 cuando por fin obtuvo un primer lugar –en el Bienal Julián Padrón, concurso que ganó con su libro, aún inédito, El rey de la pista–, y a que escribió un respetado libro en el que le rinde culto a los perdedores, su reputación y proyección ocupan, para varios críticos, peldaños más altos que la de otros quienes lograron ganar algún premio con mayor prontitud. Es una ironía tipo La ley de Murphy, la cual se centra en la premisa de que “si algo puede salir mal, saldrá mal”. La ironía radica en que el escritor estadounidense Arthur Bloch tomó esa premisa y sus derivadas, escribió una serie de libros y se hizo millonario.
Algo similar ocurre en el fútbol venezolano: desde el siglo pasado está sumido en la mediocridad y vive, cual burro persiguiendo una zanahoria, de la esperanza que representan esporádicas gestas históricas. En contraposición, sus dirigentes ostentan cada vez más poder, dinero y estatus; representando el clímax de esto el hecho de que Rafael Esquivel fuese escogido como vicepresidente de la CONMEBOL; lo que supera, sin duda, el hacerse millonario explotando la premisa de que si algo puede salir mal, saldrá mal; o el convertirse en uno de los escritores más prometedores de Venezuela gracias a un libro que explora el aura del fracaso y a varias derrotas en diversos concursos.
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La realidad del fútbol venezolano pareciera creada por un escritor esquizofrénico, enamorado de la melancolía y del absurdo. Si se pretendiera hacer un libro de cuentos con los relatos de dicho escritor, inspirados durante la temporada 2014/15, los textos incluidos girarían en torno a estas derrotas o/y fracasos:
- El poco espacio que ha tenido el fútbol venezolano en la televisión.
- El clímax de los problemas de violencia, el cual llegó el 9 de noviembre del 2014, cuando murió Roberto Vidoza.
- La continuidad de los hechos violentos y la incapacidad de la FVF y las dirigencias para contenerlos. Esto quedó expuesto en la último jornada del Apertura, en la que se debió suspender el Deportivo Petare vs. Trujillanos.
- Los dos puntos anteriores cobran más fuerza si se entiende que la violencia viene tomando un espacio importante desde hace tiempo. En 15 años, la FVF no ha podido, pese a sus múltiples promeses, mejorar esta situación.
- El despido abrupto y el maltrato laboral hacia Richard Páez de parte de Mineros de Guayana.
- Las irregularidades aún no aclaradas alusivas al proceso de construcción del CNAR.
- La muerte del futbolista uruguayo, Carlos De Castro.
- Estudiantes de Mérida. Sí, punto. Habla muy mal del fútbol venezolano el hecho de que desde hace años se permita que esta institución continúe en Primera. Esta temporada ha vuelto a ser protagonista.
- El mal desempeño de la Vinotinto sub 20 en el Sudamericano de la categoría.
- El mal desempeño de la Vinotinto sub 17 en el Sudamericano de la categoría.
- Los dos puntos anteriores responden a una derrota mayor: la administrativa. No se ha sabido gestionar el talento de jugadores que han respirado un aire competitivo –por el crecimiento de la Vinotinto– diferente al que respiraron generaciones anteriores; por el contrario, se siguen experimentando los mismos problemas estructurales, en el fútbol base, desde hace años.
- Para ayudar a entender la profundidad de lo anterior, conviene recordar que en el 2009 la Vinotinto sub 20 jugó por primera vez un Mundial. Esa selección constaba de nombres que recibieron mucho reconocimiento, fama y ofertas extranjeras. Hoy día, esos jugadores tienen 25 o 26 años, es decir, están en la edad plena del futbolista; sin embargo, solo Salomón Rondón es parte habitual, e indiscutible, de la Vinotinto absoluta. Esto llevó al propio César Farías, quien fue el DT de aquella Vinotinto sub 20, a iniciar un proceso de nacionalización de jugadores para la selección mayor. Un proceso que ha continuado con futbolistas como Christian Santos y Jeffren Suárez, y que no sería del todo necesario si se hubiese aprovechado mejor el talento de aquella sub 20. El Mundial de Egipto 2009 fue un hecho histórico que dejó ilusiones no cumplidas, una generación perdida en más de lo mismo, y que se cobró la carrera de Adrián Kanu Lezama, quien se retiró luego de que lo llevaran al Mundial lesionado.
- La inclusión de Tareck el Aissami, gobernador del Estado Aragua, en la plantilla del Aragua F.c., en carácter de “refuerzo” para el Torneo Clausura.
- El deterioro de varios estadios. Si se pone el foco sobre los dos de la capital, se encontrará esto como un hecho reiterativo; sin embargo, esta temporada fue aupado además por la FVF, la cual en su reglamento prohíbe que más de dos equipos, de una misma división, compartan sede; por eso, cuando, a finales de la temporada pasada, se oficializó el ascenso de Metropolitanos, se creaba un problema en la ciudad de Caracas al tener cinco equipos en Primera y solo dos estadios. Rafael Esquivel dijo, en la presentación de la temporada 2014/15, que a Metropolitanos le habían dado un prorroga de unas cuantas semanas para que consiguiera otro sitio donde jugar. La prorroga se extendió, al parecer, para todo la temporada; y si bien en el Brígido hoy día nada más hacen vida dos equipos de Primera, en el Olímpico –desde mediados del Apertura– juegan tres conjuntos: Deportivo La Guaira, Deportivo Petare y Caracas F.c. El estado general y del gramado del Olímpico y del Brígido Iriarte es de mucho deterioro.
- Los deficientes resultados en torneos internaciones, algo que no es exclusivo de esta temporada, sino que ha sido lo normal a lo largo de los últimos 50 años. He ahí la derrota más grande.
- El bajo nivel del torneo local.
- El punto anterior se ve reforzado por la irregularidad de los equipos. Basta con hacer una comparación entre la tabla de posiciones del Apertura y la del Clausura, para notar cómo varió drásticamente el desempeño de casi todos los conjuntos. De esta forma, se puede apreciar cómo el primer clasificado de la tabla cumulada ostenta unos números con los que difícilmente ocuparía el primer lugar de una liga más competitiva.
- Las deudas económicas han seguido siendo algo cotidiano.
- El difícil arranque del nuevo proceso de la Vinotinto.
- El fútbol femenino, pese a ser la categoría del fútbol que más éxitos le ha dado al país, sigue siendo soslayado por inversores, y se sigue administrando incluso peor que el fútbol masculino; de la misma forma, pese a que en algunos sectores existe la intención de cubrirlo, continúa teniendo un espacio casi nulo en los medios de comunicación (Nótese que es el único punto en el que no se insertó un hipervínculo).
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Nuestro uniforme había costado una fortuna y era de un hermoso amarillo pollito, así arranca Tarde de perdedores, el último relato de Todas las batallas perdidas, el cual es el único que aborda una anécdota de fútbol, o de una de sus variantes: el fútbol sala.
En el relato, un equipo de una de las facultades de una universidad se inscribe en un torneo interno, en el que queda en evidencia la incapacidad de sus integrantes. Llega el último partido de la fase de grupos, y con ellos ya eliminados, el premio de consolación parece que va a ser otra goleada, esta vez cortesía del equipo de los Empleados.
Empieza el partido. Les pasan por encima a los protagonistas. Se acaba el primer tiempo: Goyo se puso furioso. Enrique ofreció disculpas por su error, pero agregó que tampoco nosotros lo estábamos haciendo tan bien que digamos. Raúl se quejaba de que Torito lo había lesionado. Yo estaba a punto de sufrir un paro respiratorio y me tiré de bruces en el piso. Goyo comenzó a dictar estrategias (…). Todas terminaban con él marcando el gol. (…) Raúl revisó su bolso, del que sacó un termo grande con agua y luego una bolsa con un polvito color arena (…). Esto es nuestro espíritu deportivo, dijo. Destapó el frasco y volcó el polvo en el agua. Volvió a tapar el frasco y batió todo como un tetero. Todos, salvo el portero, Enrique, beben del frasco.
Sobre lo que sucede en el segundo tiempo se pueden leer líneas como estas: Recuerdo que chuté un balón nacarado y crujiente como la cáscara de un huevo, que explotó en mil pedazos de mil colores y que todo se iluminó con chispas cósmicas. Pero el clímax llega después, cuando Goyo marca un autogol y reacciona de esta forma: Se quitó la franela para ondearla mientras correteaba la cancha, aunque no sé si su manera de desplazarse podía llamarse precisamente corretear. Creo que además de Enrique, yo era el único que se había percatado del autogol. Todos, incluyendo a Beto y su novia, quienes se habían parado eufóricos de la banca; celebraron la jugada persiguiendo a Goyo. En eso empieza a llover, se suspende el partido, se marcha el equipo rival y Enrique, pero el resto de los protagonistas sigue celebrando: La novia de Beto se quitó la franela y luego todos hicimos lo mismo, excepto Goyo, que desde su máxima jugada estelar ya estaba como indio. Quise aclararles el pequeño detalle del autogol a mis compañeros, pero las cosas iban tan bien así que preferí dejarlo para después.
El relato podría servir para una campaña antidrogas; más allá de eso, y de que el uniforme de los protagonistas recuerde –de forma preocupante– a la nueva indumentaria de la Vinotinto, puede ser interesante construir una analogía entre el cuento y la actualidad del fútbol local. Un fútbol en el que los dirigentes –como el señor Laureano González– pretenden repartir polvito mágico y drogar a todo el que haga vida en Venezuala como país fútbol, para así hacerles pensar que la realidad es un balón nacarado y crujiente como la cáscara de un huevo. Pero más preocupante aún resulta presenciar la forma en que algunos hinchas se tragan estas ilusiones y le hacen exigencias ilógicas a la selección nacional. O esperan que con un simple “echarle bolas” este fútbol y su selección se equiparen a las principales del mundo.
Aquí todo pasa y se olvida. En la presente temporada la lista de derrotas es larga. Mientras tanto, se celebra con orgullo que, tras 50 años de Copa Libertadores, por primera vez un equipo venezolano superó la fase previa. Aquí la hinchada campeona canta y se siente grande, aunque lo haga entre lacrimógenas y perdigones. Y los minutos de silencio son el único síntoma de dolor que muestra la FVF ante las muertes producto de la negligencia. El fútbol venezolano suma derrotas que se olvidan pronto, pero sí se pretende vivir durante años de seudotriunfos como una clasificación a un Mundial de juveniles, o alguna victoria de un equipo patrio frente a un combinado extranjero. Ni el universo ficcional de Miguel Hidalgo Prince se equipara a la mediocre realidad del día a día del fútbol venezolano. Una vez más, la realidad supera a la ficción.