“Guerreros” el apodo perfecto para Trujillanos FC
Renacer, resurgir, reencarnar, reverdecer, revivir, sobran las palabras para calificar el trabajo de los guerreros en el último tiempo. Un equipo que es porfiado, terco para luchar los torneos a pesar de tantas adversidades en contra.
Aunque todavía no ha ganado nada, Trujillanos es un ejemplo en la cancha y en las oficinas (aunque con mucho por mejorar) para todos los equipos fútbol profesional venezolano.
Caracas FC, Deportivo Táchira, el desaparecido Unión Atlético Maracaibo, Club Deportivo Lara y Mineros de Guayana son equipos que han logrado conseguir estrellas en el último tiempo, pero ninguno contaba con una plantilla tan corta como la de Trujillanos FC.
Cuando llegaron jugadores de cuadros descendidos -como en su tiempo Jarold Herrera y Carlos Castro con Monagas Sport Club, Luis Rivas y Johan Osorio de El Vigía- o de un equipo de Segunda División -como el punta Sérgio Álvarez, de UA Falcón, el polifuncional Galileo del Castillo o el potero Leandro Díaz- pocos en Venezuela pensaron que los “Guerreros de la Montaña” iban a tener este gran semestre: líderes del Apertura y finalistas de la Copa Venezuela; esta última, su especialidad.
Trujillanos FC tiene un toque de humildad que pocos equipos en el país tienen, quizá esa ha sido la clave: trabajo, perseverancia y humildad. Jugadores a los que no se les suben los humos por estar en la palestra del fútbol nacional, que no cambian, que saludan y se despiden de su hinchada ganen o pierdan, que andan en el transporte público como cualquier persona. ¿En qué equipo se ve al jugador que más oportunidades vistió la camiseta de un club, como lo es “Tute” Valiente, trabajar duro como un utilero de campo?
Es sencillo, este equipo es el fiel reflejo de lo que es el estado Trujillo. Los jugadores nacidos en el estado andino, junto a la afición, le han sabido mostrar a los que llegaron qué significa vestir la amarillo y marrón. El sacrifico se ha visto a lo largo de todo el torneo: con arbitrajes en contra, juegos a puerta cerrada, o el último ejemplo en Valencia aguantando casi un tiempo completo con 10 jugadores y logrando el pase a la final de Copa.
Otro acierto gigante de la directiva fue darle las riendas a un director técnico como Horacio Mastuzyczk, una persona sensata, tranquila, de buen trato para con el jugador, fanático y prensa, que llegó con un perfil que se adaptaba a lo que el aurimarrón necesitaba. Su trabajo previo con Tucanes de Amazonas lo demostró. Aunque fue duramente criticado al principio, el argentino calló bocas demostrando que sus rotaciones también fueron un factor para que el equipo esté a ese nivel a estas alturas del campeonato.
Las próximas semanas nos mostraran si el equipo de las 7 colinas se quedará con el atorrante apodo de “Truji Casi” o si será capaz de mostrar jerarquía y pasar de “guerrear y luchar” a “ganar”.
