Una reflexión tras dos derrotas
Me quedó claro, la palabra más trillada en la gran mayoría de análisis, referente a los últimos partidos de la Vinotinto, ha sido: intensidad. Es lógico, ya que la misma es la principal característica, por los momentos, de la era Sanvicente.
Asimilar la derrota siempre es tarea difícil, salir derrotado de una cancha de fútbol, por lo usual, siempre deja una reflexión. Cada partido aborda un aprendizaje, en estas oportunidades un 5-0 en Chile y un 3-2 en La Paz acumularon mucha tarea por hacer, para una federación que como un mal alumno dejó todo para última hora, y que al final se fue por la más fácil: dejarle la responsabilidad a un cuerpo técnico que trabaja sobretiempo, para cumplir sus ideales.
Culpar a Chita sería simplista, ignorar el contexto por el cual atraviesa el seleccionador nacional es erróneo. Cuando llegó a la selección, muchos lo catalogaron como la solución inmediata, sin haber diagnosticado la fatal decisión de la federación: esperar 8 meses para nombrar al DT oficial. Un buen trabajo no se hace de la noche a la mañana, se necesita tiempo, esfuerzo y dedicación. Chita no cuenta con el primero de ellos. Hoy por hoy Sanvicente vive en contra de las arenas del reloj, que descienden violentamente, colocándolo en una posición estresante. El reloj llega a su límite y él está consciente de eso.
Cuatro partidos disputados, tres se perdieron en la cancha y uno en la oficina, por alineación indebida. El temor del pasado sigue latente en el fanático venezolano, nadie quiere volver a las goleadas de cinco goles o perder con Bolivia; sin embargo, recordemos, esta nueva versión de la Vinotinto, adoptada por Chita, volvió a nacer, es otro proceso. Tiene que crecer, Noel vino para criarla, educarla y formarla, no exijamos un crecimiento prematuro, cuando padre e hijo se están conociendo.
No faltó la presión alta en esta gira, pero se pagó y caro: intentar arrinconar a Chile, que en su actualidad practica el mejor fútbol en Sudamérica, fue paupérrimo; además, Juan Arango, que nunca ha sido un jugador veloz, dejó claro que su zurda sigue viva y llena de fútbol, pero su estado físico no es el idóneo para la intensidad que quiere Chita; por otra parte, intentar dicha intensidad, defendiendo hacia adelante, en el Hernando Siles de La Paz era un suicidio seguro: para cualquier ser humano correr a 3.650 metros de altitud es fatigoso.
Se le puede recriminar a Chita la poca rotación de jugadores: Signorelli fue a pasear. Añor, Rentería, Orozco, Aristiguieta, entre otros, vieron muy poca actividad. Otero, en lo poco que jugó, demostró lo que muchos no hicieron en 180 minutos. La pasividad en los cambios es de lo más reprochable en esta fecha FIFA.
La ausencia de victoria, fluidez de juego y solidez defensiva, afirmaron que muchos jugadores en esta nueva era no deben ser tomados en cuenta. Algunos cartuchos desgastados como: Lucena, Miku y Cichero, lo que debían aportar a la selección ya lo dieron. La renovación está en camino: Otero y Wilker Ángel demostraron ser una realidad en proceso, Mario Rondón se consagró como lo mejor que ha traído Chita; y, por supuesto, los ausentes por lesión se extrañaron -en cualquier selección del mundo por más grande o pequeña que sea, los pilares serán fundamentales-. Salomón, Tomás, Roberto, y Amorebieta son la columna vertebral de Venezuela, siempre harán falta.
Cosas por mejorar, muchas. Pero la confianza y fe en el trabajo de Noel “Chita” Sanvicente tienen que ser intensamente mayor.