Cuando las cosas tienen que salir bien (zamora 4-1 mineros)
Cuando las cosas tienen que salir bien (zamora 4-1 mineros)
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Cuando las cosas tienen que salir bien (zamora 4-1 mineros)

Lizandro Samuel
2014-05-18 19:26:19
1.043

Zamora consiguió una gran ventaja de cara al partido de vuelta

  1. Corre el minuto 77. Tiro libre a favor de Mineros. El paradigma del equipo se dirige a cobrarlo. En él se resumen las virtudes de los dirigidos por Richard Páez. Sencillo: cuando Edgar Jiménez juega, el equipo juega. El número “8” se para detrás de la pelota y es él, “El Exquisito”, quien centra de forma errada. Mal. Muy mal cobrado el tiro libre. Si una de las piernas más educadas del fútbol venezolano fallaba eso es porque algo no anda bien.
  2. En Zamora, por el contrario, todo era dicha. Sufrieron sí, sobre todo luego del minuto 25 del primer tiempo, cuando Mineros por fin empezó a jugar. Pero el equipo de Sanvicente, con una fortaleza mental digna de los más experimentados soldados, aún en ese momento complicado siguió generando ocasiones a favor. En su estadio, con sus ídolos, luego de la filosofía de Chita de “trabajo, trabajo y más trabajo”, las cosas, estaban convencidos, les tenían que salir bien.
  3. Y le empezaron a salir de maravilla. Pedro Ramírez marcaría el primer gol muy rápido. Sería la figura del partido. Generaba caos por doquier. Cual mariposa revoloteaba por toda la zona 1 y 2 de su equipo, Mineros nunca lo pilló.
  4. El equipo dirigido por Richard Páez entró a la cancha con una parsimonia extraña. La experiencia pareció atapuzarceles en un potente seminífero llamado ¿exceso de confianza?
  5. Llámenlo como sea, pero de esa forma es imposible ganar una final. El equipo se empezaría a sentir cada vez más desconcertado y el signo de interrogación encontraría el clímax durante un extraño gol de Juan Falcón. Era el 2-0.
  6. ¿Qué le pasó a Romo? Parece decirle a Falcón que está lesionado. ¿Por qué no botó la pelota, o la tomó con las manos? ¿Tan grave era la lesión? ¿Hizo bien Falcón? La jugada es extraña. No se debe juzgar, más bien convendría escucharlos a ambos.
  7. En muy poco tiempo el marcador era 2-0. El equipo visitante debía empezar a sacar el librito de normas si no quería ser goleado. Poco a poco Acosta y Jiménez empiezan a conversar, llaman al Lobo y a Ricardo David, estos les susurran verdades a Valoyes y al Avioncito. La cosa empieza a mejorar. La apabulladora presión alta de Zamora se empieza a quebrar con la dinámica permanente en el ataque posicional alto de Mineros. Pero falta algo: el equipo sigue estando muy largo. La defensa se siente trémula, parece esconderse con temor a tener una mala noche. Esto, tras las pérdidas de Mineros –que no son pocas–, facilita las transiciones de Zamora.
  8. Es en el minuto 25 cuando todo el equipo visitante recupera el manual, juegan mejor. De ahí hasta el final del primer tiempo serían sus mejores momentos en todo el partido. El pressing de los locales es torpe, y, por ende, la presión deficiente. Pero hay un detalle: la peor faceta de Mineros a lo largo de toda la temporada ha sido la transición defensa-ataque, en especial cuando el rival rompe la primera línea de presión inmediata. Por otro lado, la mejor faceta de Zamora a lo largo de toda la temporada ha sido la transición defensa-ataque. Es el mejor contragolpeador del país. Por eso, aún en dominio visitante, siguieron generando ocasiones.
  9. Sanvicente no permitiría que Mineros siguiera creciendo. En el vestuario empezó a corregir. ¿La mejor defensa?, explotar las debilidades del rival. Llevarían el partido a esas facetas que más se le complicaban a Mineros. La presión se mantendría alta, con especial intensidad sobre Rouga y Hurtado. El primero sumó tantos errores como virtudes posteriores tenía el equipo local. Terrible partido de Andrés Rouga.
  10. Jiménez nunca se involucró demasiado en la salida, ese era trabajo de Acosta. Poco a poco el equipo se fue encerrando. Murillo, Clarke, Falcón y Ramírez ganaban con demasiada facilidad las espaldas de Vallenilla y Matos. ¿La esperanza visitantes? Solventar sus problemas en salida para, una vez la pelota llegara a zona 3, jugar a sus anchas. El primer paso nunca se cumplió y ahí se explica el resultado final.
  11. Para los locales, con un ambiente tan hermoso y luego de coronarse en el Clausura venciendo a los antagonistas del fútbol venezolano –la FVF y el Consejo de Honor, quienes pudieron haber coronado al Táchira en la mesa–, continuar escribiendo una historia con final feliz era la meta. En Barinas olía a un delicioso perfume: todo tenía que salirles bien. Estaban convencidos. Tal fue el caso que Rafa Acosta, tratando de despejar, colaboró con los locales al marcar un autogol. Eran demasiadas cosas para Mineros: el empezar aletargados, el extraño gol de Falcón, la lesión de Romo y el autogol de Acosta. El equipo de Puerto Ordaz honraba los libros de Daniel Handler, titulados Una serie de eventos desafortunados.
  12. Por su parte, el equipo local brillaba de fortuna. La máxima buena suerte llega luego de encontrar un trébol de cuatro hojas. Y llegaba el cuarto gol para ellos. 4-1. Ovaciones, celebraciones, alegría. La grada era una fiesta. Los jugadores y el D.t se mostraron alegres y comedidos al mismo tiempo. Enfrente, el desconcierto mutó en rabia. El carácter de Rafa Acosta le impidió meterse en el partido luego del autogol, el mismo carácter que en ocasiones le valió tontas tarjetas rojas. Pudiera ser un crack, si madurara. Enfilado hacia el banco, tras la entrada de Chourio, el equipo extraviaría los pocos retazos que le quedaban del manual. El rostro herido de Mineros dejará una cicatriz imposible de borrar en una semana. La mejor plantilla del fútbol venezolano, el Dream Team, está molesto y deberá ampararse en esa rabia deportiva para tratar de darle la vuelta al resultado, de locales y con su gente. Zamora sigue creyendo en su única religión: “trabajo, trabajo y más trabajo”.