Hay que tomarse en serio a los locos
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Juveniles

Hay que tomarse en serio a los locos

Lizandro Samuel
2014-03-31 19:07:17
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Venezuela perdió 4-1 frente a japón en las semifinales del mundial

Hay que tomarse en serio a los japoneses. Al menos en lo concerniente al fútbol. Esa gente rara, de costumbres atípicas para nuestra cultura, vio jugar a Oliver y Benji. A Oliver Atom y Benji Prince, personajes principales de la serie animada Súper Campeones. Ahí, en ese mundo de fútbol paralelo, donde los cabellos desafiaban a la gravedad manteniéndose erizados en peinados inverosímiles, germinaría la leyenda de algunos de los mejores jugadores de todos los tiempos: Tom Misaki, Bruce Harper, Steve Hyuga, Richard Tex Tex, entre otros –además de, claro está, los dos personajes principales–.

¿Y por qué están locos los japoneses? Porque después de saturarme con horas de la obra de Yohichi Takahashi, salté a una cancha de fútbol y traté de hacer un Tiro con chanfle o un Tiro del Tigre; incluso probé hacer prodigiosas chilenas elevándome hasta diez metros de altura para quemarle los guantes (Literalmente) a un inexistente portero capaz de apoyar sus pies en los palos de la arquería, en medio de un salto, para impulsarse hacia el palo contrarío (Todo esto sin tocar el piso, obvio). Están locos porque me di cuenta de que podía recorrer de punta a punta la cancha de fútbol en menos de un minuto, a diferencia de mis héroes quienes tardaban tres y cuatro capítulos. “Están locos los japoneses”, pensé, al concientizar lo ridículo que me veía pretendiendo emular a Oliver.

¡Pero qué quede claro!, también estuvo loco Laureano Ruiz cuando, al llegar a la Masia del Barcelona, eliminó las pruebas de estatura que debían pasar los jugadores para poder acceder al fútbol base culé; pruebes que hubiesen impedido que Xavi Hernández, Andrés Iniesta y Lionel Messi fueran hoy futbolistas profesionales.

Estuvieron locos los alemanes, cuando por ahí por el 2000 se cansaron de tanto pelotazo y se plantearon evolucionar su fútbol base, dejando como consecuencia la formación de jugadores tipo Özil, Hummels o Reus.

“Loco” le dicen a Bielsa, gracias a quien la selección chilena hoy cuenta con el mismo modelo de juego en todas sus categorías.

Los japoneses, con la decisión tomada de construir a un Oliver Atom de carne y hueso, tomaron nota de todos estos locos y, hoy por hoy, la selección no sólo trabaja igual en todas sus versiones masculinas, sino también en las femeninas. Una manera cultural de entender el fútbol. El 4-3-3 como medio de vida, el toque como herramienta, el gol como motivación.

La selección japonesa de fútbol se enfrentaba a La flor de loto Vinotinto (Ironías de lado) en el Mundial sub 17 femenino, en semis. Cara a cara una bella flor cultivada en un hermoso jardín alimentado por la coherencia, versus una flor de loto que crece en un oscuro pantano de desidia y miseria.

¿Cómo se produce tan disparejo enfrentamiento social-deportivo?

Venezuela también tiene su loco.

Kenneth Zseremeta es de los más tostados de todos los locos. Hay que serlo para decidirse a trabajar en el fútbol venezolano, pero lo suyo es digno de manicomio si para colmo se enfocó en el fútbol femenino.

Con éxitos ya conocidos, para formar a esta selección que es una de las cuatro mejores del mundo en su categoría, borraría la raya divisoria de sus glúteos al pasar horas sentado en un autobús –tal como hizo Bielsa cuando asumió en las inferiores de Newell’s– en búsqueda de talento con el cual trabajar. De ese proceso surgió, por ejemplo, la goleadora del Mundial, Deyna Castellanos, quien con un amor propio digno de quien entiende lo que ha trabajado para llegar allí, alzó el puño en desahogo tras marcar el descuento frente a las niponas: 4-1, para mandar a imprimir la crónica de un partido que tuvo como evidente dominador al país de Oliver y Benji.

Las lágrimas de Bárbara Serrano repitieron una escena vista en todo el torneo: niñas llorando. Pero sus ojos acuosos no debieron reflejar sólo la tristeza ante la derrota; más que eso, bien pudieron esconder el miedo a pasar al olvido, justo cuando retorne a la UCV F.c, su equipo, donde se crió, donde comparte vestuario con otras dos mundialistas (Trinidad y Tobago 2010): Silvana Aron y Génesis Moncada; chicas quienes únicamente tienen 117 (@SilvisAron) y 111 (@genealexgra) seguidores en Twitter respectivamente, a diferencia del groso de esta generación semifinalistas que cada segundo suma seguidores a todas sus redes sociales.

La vida, justa negociante, le permitió a estas chicas, orgullo de un país, llegar a predios desconocidos para cualquier selección nacional. El fútbol, extraño negociador, determinará el porvenir de las integrantes de esta selección y del fútbol venezolano femenino. Los dirigentes de nuestro país tienen la última palabra. Si ellos soslayan los méritos de esta selección, importará, por supuesto, pero, sin duda, la vida sí retribuirá todo el esfuerzo; total, siempre habrá algún loco a quien encomendarse.