El espléndido dirigente del fútbol venezolano
El espléndido dirigente del fútbol venezolano

El espléndido dirigente del fútbol venezolano

Alfredo Ron
2014-03-22 22:24:24
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Ciertos

Este escribidor ha podido precisar algunas características de la dirigencia del fútbol venezolano. Además, ha encontrado la forma de conjugarlas en un personaje, el cual que se llamará “El espléndido dirigente del fútbol venezolano”. Esta “tipología” de quien gobierna en distintos espacios el balompié criollo, se ha decidido presentar a modo de panfleto, un género cuya reputación está tan golpeada como la del protagonista de esta historia. Estimados lectores, con ustedes el espléndido dirigente del fútbol venezolano. 

El espléndido dirigente del fútbol venezolano es una persona que compensa sus falencias intelectuales, gerenciales y creativas con una muy desarrollada habilidad para abrirse paso y conquistar el corazón de los poderosos. Para el espléndido dirigente, es importante adherirse a las escamas de un pez gordo. Después de todo, los poderosos son quienes tienen el dinero, los contactos y debajo de su brazo, el bastón de autoridad necesario para cumplir las normas que rigen el balompié criollo. Es una relación casi perfecta en donde nuestro espléndido dirigente le brinda al poderoso la lavadora para enjuagar sus diabluras, a cambio de una afilada chequera, pesados vínculos con el gobierno y un refrescante caudal de patrocinantes. 

Un principista mojigato se preguntará ruborizado: “¿Qué motiva al espléndido dirigente del fútbol venezolano a actuar de esta forma?”. Es una pregunta difícil de responder, ideal para transmitírsela a un especialista que analice el comportamiento humano. Podría especularse, ¿por qué no?, podría decirse que le inspira ser así porque este tipo de ayudas despejan notablemente el camino para ser campeón del torneo local, pues siendo francos, en honor a la verdad, no hay mejor sensación en el espíritu del espléndido dirigente de fútbol venezolano que jactarse de sus triunfos frente a sus semejantes. Ser campeón, inflar un minúsculo éxito deportivo, fichar a más jugadores que el Manchester City y el PSG juntos,  conocer a tal o cual personalidad, tener un padrino con bolsillos bien gordos, son las maneras más precisas que encuentra nuestro espléndido dirigente para desquitarse de viejas rencillas personales. 

La historia que precede el ascenso del espléndido dirigente del fútbol venezolano al poder, no es la más inspiradora. Su pasado está lleno de peleas con otros dirigentes, alianzas para “moverle la silla” a algunos adversarios, pragmatismos turbios e intensas maneras de proteger el empantanado honor de los poderosos. Lo más sorprendente es que ya habiendo cumplido su objetivo de regir los destinos de un club o de un ente federativo, en lugar de limpiar su imagen, se encierra en sus complejos. Su reputación de tramposo, de vivo jugando a ser honesto, pareciera quedar intacta y sin ánimos de desaparecer. 

Tal comportamiento es agua fría en el desierto para muchos periodistas, que empalagados del morbo que implica los excesos que nos brinda el espléndido dirigente del fútbol venezolano, se sienten parte del juego. No son tontos, quieren ir más allá. Gastan horas del día siendo peones que obran a favor o en contra de nuestro espléndido dirigente, reciben dádivas por hundir a los competidores y exaltar a quienes tranzan con ellos. Si las cosas resultan bien al cabo de algún tiempo,  muchos de estos periodistas pasan a ser flamantes jefes de prensa, gerentes deportivos o federativos. 

Cuando se aburren, o cuando se les acerca otro dirigente más espléndido, “cambian de bando” sin mayor inconveniente. Después de todo, muchos periodistas deportivos en Venezuela, en especial los que cubren el fútbol, saben que poseen un poder, el cual a falta de principios, hay que vender con sagacidad. Nuestro espléndido dirigente no se cruza de brazos, es consciente de tal situación, y está dispuesto a pagar lo necesario para hacerse de ese poder. A fin de cuentas, tiene un padrino poderoso a sus espaldas. 

Cuando el espléndido protagonista de este espléndido panfleto lea estas líneas, puede que haga tres cosas. 1: Acuse a quien escribe esto de envidioso, 2: Se enfurezca, o 3: Piense que se está describiendo a alguno de sus queridos colegas. Cualquiera de estas opciones son perjudiciales para quien apoye el planteamiento acá expuesto; claro, si es que desea hacer vida en el balompié local.  En Venezuela, el camino para trascender en esta disciplina sin descartar principios, convicciones e ideas, es estrecho y lleno de piedras. De lograr superar este complicado camino, el paso siguiente será enfrentarse a una clase que protege su “status-quo” con toda la ferocidad posible, pues si hay un verbo que a los responsables del balompié local no les interesa practicar, es el verbo oír. 

Los señalamientos que acá se presentan, sirven para que el espléndido dirigente, sus jefes y colaboradores cierren filas, más de lo que ya pueden estar cerradas. Hay que recordar que como buen dueño del circo, que está orgulloso de sus animales enfermos y sus atracciones maltrechas, el espléndido dirigente reprende a sus detractores diciendo que no saben del negocio. Es el típico recurso del que no se sabe explicar ni defenderse con clase. Es el recurrente “…no hables de lo que no sabes”. 

En el supuesto de verificarse y darse como cierta la ignorancia de quienes cuestionan “el negocio” del fútbol venezolano, cosa que es altamente posible, es difícil no preguntarse “Si muchos critican sin saber, entonces ¿por qué no se les enseña?”. ¿Es acaso mejor tener una fanaticada inmersa en la ignorancia y en la especulación?, ¿es más conveniente tener una prensa corrompida que una prensa integra?, o a lo mejor, ¿al espléndido dirigente le perturba la idea de que otro, pueda ocupar su lugar y desnude esas falencias que en este panfleto se han descrito? Estimado lector, si usted conoce al protagonista acá presentado, tenga cuidado, puede que al conocerlo deje de gustarle el fútbol.