La reina inclinó el tablero (Argentina 4-1 Venezuela)
La reina inclinó el tablero (Argentina 4-1 Venezuela)
Vinotinto

La reina inclinó el tablero (Argentina 4-1 Venezuela)

Lizandro Samuel
2016-06-18 19:52:03
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La Vinotinto cayó eliminada ante la Albiceleste, con un Messi en plano estelar

  1. Venezuela podía competir contra Argentina. En realidad, (Y quizá si y solo si) estando en su mejor momento puede poner a sudar a casi cualquier selección del continente. Eso no significa que deba ganar ni que esté a la par de ellas. Los triunfos siguen oliendo a gestas históricas. Sufrir para ganar cada partido es el pan del que tiene menos recursos que sus rivales, pero encuentra la manera de equiparar fuerzas durante 90 minutos. Dudamel es el tercer técnico que logra clasificar a Venezuela a la segunda ronda de una Copa América. Recogió el trabajo de Chita y se fijó en sus errores. Limpió la pizarra. Empezó a trabajar. Le puso electroshock a la ilusión de un país.
  2. Argentina no es un gran equipo: es una selección con algunos grandes jugadores. Las dudas que afloran en varias fases del juego –ataque posicional en salida y defensa posicional en los primeros tramos de la cancha son sus puntos más vulnerables– las compensa con el rendimiento de algunos futbolistas top: Romero, Otamendi, Mascherano, Banega, Messi e Higuaín, entre los titulares frente a Venezuela. Y aun así obligó a su portero a tener atajadas decisivas: la descompensación colectiva hizo que los seis futbolistas nombrados tuvieran rendimientos disímiles en cada momento del partido.
  3. La selección dirigida por Martino tiene dos versiones ofensivas entre las que camina con indecisión. En una busca asentarse en campo rival con pelota dominada, usando a Banega como brújula. En la otra, se repliega y aprovecha los contragolpes. Ahí, Di María, esta vez ausente, suele llevarse el premio al jugador del partido. En cuartos de final transitó entre ambas. Venezuela arrancó defendiéndose en su campo con un 4-5-1. Josef y Lobo cubrían las bandas. Luisma, Tomás y Arquímedes, el centro. Con esas dos líneas se espesaba al tránsito de los argentinos. O eso se pretendía. Pero, al margen de la gran noche de Banega, Messi estaba dispuesto a ahora sí empezar de verdad la Copa. Si los caminos se cerraban, conducía para juntar rivales y luego lanzar un pase largo que destapara las arterias. El resultado era doblemente letal. No solo porque el que lanzaba era Messi y los que recibían podían ser Gaitán o Higuaín, sino porque esto exponía una de las más grandes deficiencias de los centrales vinotintos: su lenta velocidad de giro. El primer gol de Argentina fue la suma de las virtudes de un equipo más los peores defectos de otro.
  4. Ninguno de los dos conjuntos era muy atosigante con el otro. Solo en las transiciones defensivas. Podían hacerse mutuo daño en esa faceta. Pero la organización de la Albiceleste era más propicia para aprovechar las contras. Venezuela, por lo general, recuperaba la pelota, ahogada, muy cerca de su área. La perdía pronto, ante Messi, Higuaín, Gaitán o Banega, futbolistas muy talentosos con el balón en los pies. Este contexto volvió a evidenciar deficiencias casi genotípicas de la Vinotinto que difícilmente se corregirán a corto plazo: los errores en los pases, los problemas de los defensores para anticipar, etcétera. Arquímedes fue uno de los más desnudados. Siendo uno de los mejores jugadores del torneo local, un par de análisis atrás se dijo que más que estar totalmente listo para competir en la selección, era un tipo que podía solventar varios problemas urgentes. Lo ha hecho a buen nivel. En cuartos de final, lo encararon constantemente y cometió muchas faltas; lo atosigaron cuando tenía la pelota, y falló pases; lo obligaron a salir de su posición, y generó huecos tras de sí. El primer tiempo fue de sus peores minutos con la Vinotinto. En los 90 minutos, cometió un penalti que no pitaron y pudo ser expulsado.
  5. Dudamel se dio cuenta de que el plan no estaba funcionando. El 4-5-1 lo cambió por su acostumbrado 4-2-2-2. Así, con Josef y Salo incomodando en la salida rival, Argentina fue retrocediendo. La Albiceleste mostró sus problemas para defender cerca del área. Salo pegó un poste. Josef volvió a ser el mago de los espacios. Alexander y Rolf se soltaron. Tomás trató de recuperar más arriba. El Lobo encaró y buscó asociaciones con Luisma. Arquímedes se encontró en un terreno más cómodo. Si alguna vez Venezuela pensó en el empate, fue en los últimos siete minutos del primer tiempo.
  6. Los hinchas pueden molestarse con Seijas. Aunque su fallo debería generar introspección en los aficionados: quienes lo acusen de irresponsable o temerario, por cobrar un penal a lo Panenka, a punto de finalizar el segundo tiempo, perdiendo por dos goles ante Argentina, convendría que chequeen en su escala de valores qué apreciación tienen de la Vinotinto. Pese a que Venezuela está en absoluta inferioridad de recursos, ante sus pares de Conmebol, para competir, no han faltado los que se han pintado el cuadro de que su selección es de las más capaces del mundo y que tiene jugadores top. Luisma actuó en consonancia con esa creencia: quizá su decisión fue ingenua (Cobrar sus últimos dos penales seguidos de la misma forma), pero su actitud fue adecuada: la de un hombre que se siente capaz de tutear a los mejores del mundo. Era el mejor cobrador en cancha (Por algo lo escogieron) y falló. Tal como han fallado Messi, Pirlo, Cristiano, Riquelme y Ramos, en instancias incluso más decisivas. Ya está.
  7. Al descanso, la lectura era la siguiente: Venezuela era capaz de dañar a Argentina. Pero el Tata no es tonto: debía adelantar líneas. Messi podía tirarse al medio para ayudar a salir y generar superioridad numérica a las espaldas de los volantes de primera línea. Además, seguramente buscaría duelos contra Luisma y Arquímedes. Con toda seguridad, le harían falta. La solución de Dudamel pasaba por seguir la senda del final del primer tiempo: tratar de ahogar a su rival cerca de Romero y de aislar a los argentinos entre sí. Todo un jueguito de ajedrez. Pero la única reina en cancha la tenía Argentina: Messi.
  8. El análisis previo se cumplió. La Albiceleste pasó a jugar 4-2-2-2, con Messi e Higuaín en punta. De esta forma, cubría mejor las bandas y dejaba que su pieza estelar se moviera por toda la cancha, casi sin responsabilidades de marca. Alrededor de Lionel se construía una máquina que pretendía defender mediante un bloque más alto para luego darle la pelota a él y organizarse en función a sus movimientos. Con el balón en los pies, el quizá mejor jugador de la historia fue el equilibrio y el desequilibrio. Solo un crack puede ser el yin y el yan al mismo tiempo.
  9. La reina fue inclinando el tablero. Argentina resultó un equipo de artistas: pese a las deficiencias, si la inspiración llegaba era letal. El equipo del Tata llevó los pies de los venezolanos a la tierra: hay problemas colectivos todavía sin solución y, pese a los mismos, se puede conformar un conjunto capaz de complicarle la vida a sus rivales. Dudamel sufrió su primera gran derrota con la Vinotinto absoluta, pero vuelve a su oficina con saldo a favor: compró tiempo y calma. Debe continuar trabajando y corrigiendo, solo que tiene una ventaja que su antecesor no consiguió: calmó al entorno a punto de triunfos. Venezuela hizo una gran Copa América.