Vinotinto
El sonido de las piedras (Uruguay 0-1 Venezuela)
2016-06-09 20:13:59
La Vinotinto sumó su segundo triunfo en la Copa América, con lo que está prácticamente clasificada a cuartos de final
“Solo se mejora en la adversidad porque el fútbol es como la vida: el adversario es el mejor maestro”, Martí Perarnau.
- El planeta está lleno de pequeñas cosas que nos conectan con nuestros orígenes. ¿A qué sabía el agua de nuestros antepasados? Las pretensiones evolucionan. Las realidades cambian. Pero nunca falta un elemento que nos conecte con los primeros pasos de la humanidad. Acaso uno de los sonidos más prehistóricos que sobreviven en la actualidad es producido tras el choque de dos piedras. ¿Habrán sido conscientes los dinosaurios de que esos ruidos perdurarían más que ellos? Para evitar que esa clase de preguntas quedaran sin respuestas en un futuro, la humanidad inventó la escritura. El mundo adquirió otra dimensión. Una de las formas más célebres nació en Grecia y aludió a los mitos de héroes y dioses. El fútbol es la versión contemporánea de esas historias. Uruguay y Venezuela fueron dos rocas cuya fricción reventó los corazones de los aficionados. Y la Vinotinto, como de costumbre, estuvo envuelta en ese halo de tragedia hasta el final, cuando en los últimos diez minutos Uruguay parecía haberse acordado de que los aedos lo erigían como el héroe de esta epopeya.
- Óscar Washington Tabárez sí hizo su tarea. Uruguay tiene mejor equipo que Jamaica y se negó a cometer los errores del país centroamericano. En la Conmebol, últimamente, todos se estudian demasiado. Para que Venezuela pudiera desarrollar las posesiones que tuvo en el debut, necesitaría de concesiones que esta vez no iba a tener. Por el contrario, los charrúas le recordaron a la Vinotinto cuáles son sus deficiencias con la pelota: con el atosigamiento del que corre por su vida, fastidiaron a Arquímedes, provocaron los ya típicos pases errados de Vizcarrondo y le insinuaron a Dani Hernández que lo suyo son las manos y no los pies. Asimismo, la ausencia de Seijas le restaba salida a Venezuela. Pero el bloque se esforzaba por no perder el control: orden y solidaridad. Equipo corto. Mucho sudor. La contienda era de mitología: la Celeste golpeaba con ímpetu a una inamovible roca vinotinto que hacía hasta lo imposible para no ceder terreno, aunque viera como la agrietaban poco a poco.
- Algo que nos enseñó la mitología griega es que en tierras de músculos, el que tiene más neuronas se impone. Mientras la mayoría de los héroes construía su mitología desde la tumba, el astuto Odiseo vivió para narrar sus hazañas. En el fútbol el talento es la mejor arma. Un cuádriceps de metal no sustituye un pie de poeta. Las deficiencias de Uruguay con el balón son conocidas en todo el mundo. No obstante, estas no le impidieron lograr el cuarto puesto en Sudáfrica 2010 y alzar el título continental en Argentina 2011; aunque aquel equipo tenía a Forlán, quien fungía como enlace. Ante un conjunto tan deficiente con pelota dominada en espacios reducidos, la estrategia más lógica es espesarle las posesiones con líneas de defensa muy juntas. Venezuela resistía y no adolecía tanto sus errores en pases debido a que el rival no poseía las virtudes necesarias para dañarlo con contundencia. Mientras el plan defensivo de Dudamel se cumpliera, Venezuela podría mantener inamovible el marcador.
- Ninguna actividad que involucre a seres humanos puede tornarse totalmente predecible. El fútbol es la exageración de esta regla. La viveza del Lobo descontextualizó al partido. Lo curioso es que la misma fue producto de las consecuencias del choque de piedras que significaba el cotejo. El encuentro era un recuperar y perder de ambas oncenas. Más de Venezuela que de Uruguay. La Celeste era un preciso abanico: se cerraba para recuperar y, de inmediato, se abría para contragolpear. Los venezolanos, al recuperar la pelota, quedaban muy aislados entre sí. Divide y vencerás, era una de las consignas de los sureños. El Lobo, tal como sus compañeros, debía conducir demasiado para tratar de encontrar a alguien con su camiseta o, al menos, alejar el balón de su área. En eso andaba cuando la presión uruguaya se lo comía. Con instinto depredador, vio adelantado a Muslera y trató de hacer el gol de la Copa. El resultado fue una complicidad con el poste para que Salo recibiera la mejor asistencia posible. El marcador también es parte del contexto. Un gol inesperado por el desarrollo del partido fue el plot twist de esta narración griega.
- Peñaranda tiene 18 años. Fue uno de los más destacados del encuentro. Esta versión de la Vinotinto fue más vertical que la vista frente a Jamaica. En este escenario, el ambicioso chico corrió hacia el arco rival con el hambre del que viene de causar sorpresa en el Bernabéu. Lo suyo, por la izquierda, prometía desde el minuto uno. Con el marcador a favor, la confianza de varios veteranos de muchas batallas se justificó en el talento de un chico que todavía dice “estábanos” y “necesitábanos”. Con el Lobo centralizando su posición para ofrecer la salida que no tiene Arquímedes, el ataque vinotinto se recostó por la banda del merideño. En las transiciones ofensivas, Venezuela empezó a lucir peligrosa.
- Casi por regla general, los primeros tiempos de la Vinotinto suelen ser mejores que los segundos. Esta vez fue al revés. Los minutos iniciales del segundo tiempo cambiaron la metáfora: la piedra uruguaya que insistía con desespero empezó a verse lastimada en sus acometidas. El equipo de Óscar Washington Tabárez perdió el mapa y dañó la brújula: le permitió a la Vinotinto adelantar unos pocos metros su defensa, en la cual destacaba un preciso Wilker Ángel. El gocho, que ya suma una buena cantidad de errores con la selección, necesitaba un partido de ese nivel pare justificar las expectativas del entorno. Esta Copa América podría significar para él algo parecido a lo que fue la de Argentina para Vizcarrondo. Alrededor del ganoso central, ningún compañero se mostraba dispuesto a soltar el triunfo. Luego de la tormenta viene la unión. Los jugadores parecieron entender que necesitaban tirar todos para el mismo lado si querían salir de la vorágine negativa. Dentro de la cancha, da la sensación de que sí han hecho de la palabra solidaridad un mantra. De este modo, mientras la Vinotinto condicionaba a los defensas y volantes de primera línea uruguayos cuando estos tenían el balón, empezaba a inaugurarse una carretera para los venezolanos en las transiciones ofensivas. De repente, un 0-2 no sonaba tan descabellado.
- Los gladiadores son figuras legendarias. En los coliseos, peligrosamente parecidos a los estadios de fútbol, miles de personas iban a ver a musculosos hombres que llenaban sus espadas con sangre humana. Si se juega contra Uruguay, puede ser útil tener un Gladiador entre las filas. Salo no solo marcó el gol: desgastó a los defensores rivales, hizo correctos desmarques de apoyo, aguantó la pelota de espaldas al arco y mantuvo una intensidad defensiva acorde a su apodo. Si el mejor delantero de la historia de Venezuela está concentrado, la Vinotinto termina siendo una piedra más dura de romper.
- Para cerrar el relato con emoción, luego del minuto 80, el monstruo Celeste rugió de indignación al olerse eliminado. Venezuela tenía mucho espacio para atacar, pero también sufrió demasiado cerca de su área, defendiendo. Cavani jugó sus mejores minutos en al partido. Ya en el agregado, la metáfora de las piedras terminó de cobrar vida: balón en al aire y choques en todas las zonas de la cancha. Más emoción que juego. Más sangre que certezas. Así suele cerrar este tipo de victorias la Vinotinto, como invitando al país a no encandilarse pese a un triunfo bien logrado. En sus dos primeros partidos, compitió y cosechó seis puntos. Las deficiencias siguen estando ahí, como en la mejor época de Farías. Las virtudes también se perciben, como en la peor época de Chita. Dudamel, hijo indiscutible de ese nuevo capítulo que abrió Richard Páez, consiguió crédito, lo que se traduce en aire y tiempo. Ojalá sepa aprovecharlos.