Vean a Carlos Cermeño
Su personalidad junto al despliegue físico se ve muy poco en los terrenos de Venezuela
Por Moisés Acevedo (@Ulienserio)
Nunca vi a un jugador venezolano así. Esa es la frase que me nace si el deseo es regalarle unas líneas al próximo estandarte del balompié criollo: Carlos Cermeño. Un destacado centrocampista del Deportivo Táchira que con 20 años posee una pausa de líder en el juego que simula galones de experiencia, misma que poco tiene en el césped. El cambio de ritmo, su tranquilidad en el dominio de la esférica, su personalidad y la habilidad en el medio campo para salir airoso, son las características que le han hecho ganarse un nombre más que respetado en nuestro maltratado fútbol profesional.
Hoy en día, poco queda –solo la estatura– de aquel muchacho que debutó en el Monumental de Maturín un 21 de agosto del 2011, a los 16 años, defendiendo los colores del Monagas SC, equipo que dirigía Alí Cañas. Aunque su posición preferida era mediocampista de primera línea, aquella temporada jugó de lateral izquierdo.
El costado siniestro de la parte defensiva fue siempre la posición donde más minutos acumuló. Incluso, ahí se desempeñó en el Sudamericano Sub 20 de Uruguay, realizado en enero del 2015. Ese campeonato de selecciones fue una debacle para el conjunto patrio y también allí murió el Carlos lateral izquierdo.
Posterior al torneo juvenil, el oriundo del sector Barrio brisas del aeropuerto, en Maturín, se incorporaría a los entrenamientos del Deportivo Táchira, combinado en el cual ya tenía una campaña jugada. La nueva temporada abría con un Cermeño distinto. El habilidoso futbolista fue movido al mediocampo por el entonces técnico aurinegro Daniel Farías, quien fue vital en su formación. El menor de los Farías tuvo la sabiduría de colocarlo donde iba a brillar más. Un campeonato Clausura, una estrella –en la final ante Trujillanos– y un cupo a la Copa Libertadores 2016, tenían al talentoso volante como protagonista.
Asimismo, el 2015 ha sido hasta ahora el mejor año de su carrera. A principios de año fue titular indiscutible de la selección juvenil y jugó esa edición de Libertadores. Ambas competiciones le sirvieron de experiencia para conseguir logros importantes en el torneo nacional.
En noviembre de ese año, Carlos recibió la convocatoria soñada. Noel Sanvicente, ex técnico nacional, lo llamó para la doble fecha del Premundial 2018. En esa oportunidad convivió y entrenó con el grupo élite de la selección para los partidos que enfrentó a Venezuela con Bolivia, en La Paz, y ante Ecuador, en Puerto Ordaz. El futuro acompañante de Tomás Rincón en la mitad de la cancha no vio acción en ambos encuentros. Sin embargo, las horas acumuladas en las concentraciones nacionales también suman al bagaje.
Después de su primer llamado, su nombre fue fijo en las siguientes citas de la Vinotinto. Ante Costa Rica, en febrero, y con Perú y Chile, en marzo. Cermeño debutó de Vinotinto el 24 de ese mes en el Estadio Nacional de Lima, con el dorsal 13. En su estreno, Venezuela empató con Perú a dos tantos, igualdad que representa la única unidad que tiene la selección en su tortuoso camino a la próxima Copa Mundial.
La realidad es que el nivel de este talento, nunca antes visto en un país poco futbolero, sube como la espuma. En la actual Copa Libertadores, el jugador de 20 años es fundamental en el Táchira de Maldonado. La Copa es una vitrina internacional con sinónimo de trampolín. Cermeño se perfila como seleccionado nacional élite. Siempre cumpliendo y respetando procesos de adaptación sumamente necesarios que requiere un joven de tanta proyección.
La Vinotinto tiene a un recién nombrado Rafael Dudamel como técnico. No hay dudas de que Dudamel lo está siguiendo. No hay dudas de que “Carlitos” estará. Venezuela necesita renovación, sangre joven y él será uno de los primeros abanderados.
La rompe en Libertadores y hasta un gol –bombazo al ángulo– contra el gigante mexicano Pumas tiene en su cuenta. La vitrina es esa. La alta competencia está allí.
El exterior lo llama, y mientras, hay que aprovecharlo aquí. Vayamos a los terrenos nacionales. El nuevo Tomás Rincón –que no es poca cosa- hace acto de presencia. Solo nos queda esperar unos dos o tres meses para que su nombre y apellido se vean inmersos en el mercado europeo de verano. La salida es inminente.