Llamen a los niños (Perú 2-2 Venezuela)
Llamen a los niños (Perú 2-2 Venezuela)
VinotintoPartidos

Llamen a los niños (Perú 2-2 Venezuela)

Lizandro Samuel
2016-03-24 22:58:54
%
q
:
3K

Luego de estar ganando 2-0, Venezuela vio cómo Perú bregaba hasta empatarle el partido. En medio de eso, se produjo el debut de Juanpi Añor y Peñaranda. La Vinotinto sumó su primer punto en la Eliminatoria y sigue mostrando varias falencias

“Se trata de competir bien cuando no estás bien”, Lorenzo Buenaventura.

 

  1. Perú es mejor que Venezuela. Aceptar esa premisa resultó importante para competir. ¿Mejor cómo?: es más equipo y tiene jugadores de mayor calidad. Siguiendo esa línea de pensamiento, la Vinotinto dejó en el vestuario aquellas primeras declaraciones de Sanvicente, que aupaban a sus dirigidos a ser protagonistas, a proponer y adueñarse de los partidos. Las circunstancias hoy son otras. Y el logro más importante del equipo de Chita frente a Perú fue incomodar a un rival superior durante varios minutos. El anticlímax, por otro lado, llegó en el desenlace: luego de ir ganando 0-2, el partido acabó 2-2.
  2. Pero el empate no fue una sorpresa. De hecho, la sorpresa quizá fue, viendo el desarrollo del partido, que Perú no ganara. Vamos por parte. Los puntos más débiles de la selección del Tigre Gareca eran la espalda de los volantes de primera línea –sobre todo cuando el equipo estuviese en su lado del campo– y los duelos defensivos con sus laterales. Venezuela aprovechó esas falencias. La alineación de Josef podría haber respondido a lo útil que resultaba un jugador con buen control de balón, correcto regate y finta, moviéndose al frente de dos centrales propensos a cometer muchas faltas. Pocos delanteros venezolanos tienen la capacidad de aprovechar y generar espacios que posee Josef Martínez. Si además Salomón lograba fijar a los centrales, la situación sería propicia para que Otero y Juanpi arribaran a la zona más endeble del conjunto local. De esa forma se produjo el penal que le dio el primer gol a Venezuela.
  3. Propiciar duelos directos con los laterales era otra forma de hacer daño. La Vinotinto generó varias faltas por esa vía. Ni Advíncula ni Vargas son grandes maestros de la defensa: pueden imponerse desde sus cualidades físicas, lo que, a su vez, los hace proclives a cometer faltas cuando les toca marcar a jugadores habilidosos. Otero y Juanpi debían desgastarlos. Josef y Salo, cayendo por las bandas, también.
  4. Sin embargo, para tener la pelota había que recuperarla: Perú, en una buena tarde, hilvana posesiones peligrosas. A la enorme capacidad de sus cuatro jugadores más adelantados para eliminar rivales, conviene sumar las virtudes asociativas de casi todo el equipo. Venezuela asumió una actitud reactiva: la presión debía activarse cuando se oliera la posibilidad del error rival. Dos jugadores destacaron en este mecanismo: Tomás y –sobre todo– Salomón.
  5. El Gladiador empuñaba su lanza como guía. Su intuición para propiciar, o anticipar, un fallo rival, era la campana que le indicaba al equipo que debía adelantarse. El lenguaje corporal desganado que exhibió en los últimos minutos del partido frente a Ecuador se contrastó con las largas e inteligentes carreras que realizó contra Perú. Esto fue clave en el cotejo: la Vinotinto tuvo algunos muy buenos minutos gracias a una presión que poco a poco fue ganando metros, haciéndose más asfixiante y prolija. No solo en la defensa posicional, sino, y principalmente, en las transiciones defensivas. Durante el final del primer tiempo, Venezuela logró encerrar a Perú en su campo.
  6. Lo anterior fue posible en el momento más competitivo de los dirigidos por Noel. Apenas bajaban la intensidad, Perú lucía muy peligroso. En el arranque del partido, la selección de Gareca ganó la mayoría de los duelos producidos en toda la cancha, pese a que en muchas ocasiones la Vinotinto tenía superioridad numérica y posicional. Los ejemplos más escandalosos de esto se vieron, como de costumbre, en el primer cuarto de cancha defendido por Venezuela. Farfán y Advíncula se impusieron por su banda. Y si la Foquita no fue más punzante no fue por mérito de los venezolanos: sus problemas físicos de las últimas semanas parecieron limitarlo. En la banda contraria, Cuevas se escurría con naturalidad; mientras que en el medio, un toque de balón de Guerrero descolocaba a toda la defensa venezolana. Los peruanos, eso sí, lamentaron que Pizarro discutiera más de lo que jugó: daba la sensación de que de forma natural el conjunto local podía llegar al área y generar ocasiones de gol. La falta de tino los desesperaría.
  7. La convocatoria de Chita para esta doble fecha está llena de futbolistas jóvenes. Algunos, como Peñaranda, Soteldo, Cermeño, Faríñez y Juanpi, son aún juveniles. En el análisis del partido frente a Ecuador, resalté la importancia de empezar a hacer algunos cambios en la plantilla. Los mismos se están dando de forma más o menos lógica: estos chamos piden cancha. No obstante, el vicio casi histórico de la selección se repite: resulta necesario recurrir a los jóvenes, antes de que estén maduros, para poder competir. El problema es que en Venezuela no hay suficientes futbolistas con nivel internacional, lo que genera la peligrosa obligación de tratar de acelerar el proceso formativo. Pasó, por ejemplo, con Josef y Alexander González en la Eliminatoria pasada. Chita trató de hacerlo, de forma prematura, con Jefre Vargas. El tema es que ahora dos jóvenes compiten en una de las mejores ligas del mundo, siendo titulares y con participaciones destacadas ante clubes importantes. Peñaranda y Juanpi traen un rodaje consigo que podría imponer respeto incluso en algunos veteranos del torneo local. Venezuela suele encomendarse a los niños para cambiar no su futuro sino su presente. Uno de los más destacados de la actualidad mostró que tiene un talento pulido en un país vanguardista: Juan Pablo Añor tocaba la pelota y quedaba claro que no venía de jugar en el torneo de Venezuela.
  8. Cuando se realizaron los cambios en Perú, resucitaron los problemas para los visitantes. La dinámica que adquirió Cuevas, recibiendo balones en el medio, fue despistando a los venezolanos. Ese movimiento, clásico de cuando los peruanos necesitan más control de balón, fue apoyado con la inteligente movilidad de Edison Flores y Raúl Ruidíaz –quienes ingresaron por Farfán y Pizarro– y consentido por los ya típicos fallos en la defensa vinotinto. El empate era una presencia incorpórea que se aproximaba al estadio. Y a Venezuela le faltó pericia para ahuyentar al fantasma.
  9. Rómulo Otero ha sido uno de los aciertos de la era Chita. Talentoso como pocos, con el tiempo ha aprendido a moverse en la cancha. Es uno de los rostros más destacados del grupo de jóvenes que se abre paso en medio de la “crisis” actual. El hermano mayor de los niños que ahora llegan pisa con firmeza en la Vinotinto. Se está convirtiendo en la primera opción para una zona de la cancha que contaba, al inicio del proceso, con Maestrico, Arango, Ronald Vargas, Jeffrén Suárez y el Lobo Guerra. Mérito.
  10. Venezuela tiene un problema grave: necesita que todos estén a tope para poder aspirar a un resultado positivo. Sanvicente no va corregir las deficiencias formativas de sus defensores, pero debe encontrar la manera de que el funcionamiento colectivo solvente esas carencias. Aquellos duelos uno versus uno en defensa fueron sustituidos por una búsqueda de superioridad numérica en los enfrentamientos. Aun así, el equipo sufre. Aspirar a que todos los futbolistas estén a su cien por ciento y que el equipo se encuentre en cada cotejo en su máximo de rendimiento es utópico. El fútbol, y la vida, se tratan de poder competir aun cuando no estés en tu mejor día. O cuando no atravieses tu momento más álgido en el partido. Teniendo en cuenta que Venezuela parte en desventaja al comparar su plantilla con la de sus rivales, el modelo de juego debe fortalecerse. La búsqueda de nuevos rostros en posiciones que han generado problemas es una intención de mejorar. Pero hay preguntas claves que siguen sin encontrar respuesta.
Ahora es
Tendencia