Reflexión en la crisis (Venezuela 1-3 Ecuador)
Reflexión en la crisis (Venezuela 1-3 Ecuador)
VinotintoPartidos

Reflexión en la crisis (Venezuela 1-3 Ecuador)

Lizandro Samuel
2015-11-17 20:47:25
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Los ojos están puestos sobre Chita. También, en menor medida, sobre los jugadores. ¿Los problemas solo tienen que ver con situaciones presentes? Hoy, más que nunca, la realidad abruma

“Cuando ponías tu marca en mi frente, jamás pensé en el mensaje que traías,

más precioso que todos los triunfos.

Tu llameante rostro me ha perseguido y yo no supe que era para salvarme.

Por mi bien me has relegado a los rincones, me negaste fáciles éxitos, me has quitado salidas.

Era a mí a quien querías defender no otorgándome brillo”, 

Rafael Cadenas, en su poema Fracaso.

 

  1. Los tres puntos frente a Ecuador eran necesarios de cara a las aspiraciones mundialistas impuestas por el cuerpo técnico. Los objetivos no han sido cumplidos. Punto. Las derrotas, eso sí, esconden significados profundos. La Vinotinto, contra Ecuador, arrancó con ganas: Otero entró a la cancha con el sueño de ser figura. Que estuviese comandando los ataques de Venezuela, estando en cancha Jeffrén, Santos y Salo, no es poca cosa: sus botas desbordaban fútbol. En medio de sus constantes destellos, la Vinotinto se desenvolvió como un equipo corto: presionó en zona tres como bloque. Los dos delanteros, Salo y Santos, acosaban la salida, iban sobre los centrales de Ecuador, así tuvieran que despegarse del resto de sus compañeros. En las transiciones defensivas tres conceptos prevalecieron: atosigar, anticipar, interceptar. Con matices, todo bien. Al recuperar la pelota, Venezuela era un equipo de bandas: con Rómulo en estado de gracia por la izquierda, la cancha se inclinaba. Ecuador permitía llegar a su zona del campo. Los vinotintos se asociaban en las bandas y descargaban al medio. Venezuela tenía ganas, tenía con qué. Pero las dinámicas negativas no son fáciles de corregir.

  2. La estrategia es trazada por un entrenador, pero de los ejecutantes depende la efectividad de la misma. Por supuesto, es labor del DT adecuar su plan de trabajo a los recursos -futbolistas- de los que dispone. Dicho esto, ¿está realmente en su poder controlar una alarmante seguidilla de fallos puntuales, de parte de interpretes experimentados y de probada calidad? Desde el partido contra Paraguay la espiral ha sido descendente. El clímax de tensión que reina en el grupo se vio en La Paz. Luisma Seijas es uno de los futbolistas más tranquilos y maduros de la selección: que saliera expulsado tras decir algún insulto y, luego, invitara a un rival a caerse a golpes, denota la falta de temple, la tensión, lo afectado que se han visto los futbolistas por el entorno. Superados por las expectativas y sus propios errores, solo han podido seguir echando leña al fuego: el primer gol de Ecuador llegó tras un error de Jeffrén, un futbolista formado en acaso la mejor cantera del mundo; el segundo, posterior a un fallo de Baroja, el mejor portero, la temporada pasada, del fútbol local. Los planes iniciales de Chita, la evolución propuesta, el inicio de las actualizaciones, se han visto truncados por la espiral descendente en la que, sin darse cuenta, se sumió la selección.

  3. Porque sí hubo, o hay, una intención de evolución, que sentó sus bases durante la Copa América. Utópico o no (Y se puede discutir en otro momento si las exigencias eran superiores a las capacidades de los futbolistas), Chita se animó a jugar. Le pidió a jugadores, a los que la pelota les pesaba, que tocaran en corto, que se animaran a pasarla e ir hacia adelante. Instó a los defensores a cuidar el balón y a presionar cuando no lo tuvieran. Tomó la asignatura pendiente de César Farías y se propuso resolverla: el equipo mejoró en ataque posicional. A una parte importante del entorno le costará entenderlo. Es normal: si en España se tildó a Xavi de futbolista anticuado durante años, los mortales no están exentos de la sospecha de una sociedad que vive de resultados cuantitativos. El problema está en que las creencias se refuerzan en la victoria y se cuestionan en la derrota. Y hoy, la derrota es el único resultado que conoce Venezuela.

  4. Los dos fallos desencadenaron un gesto que perseguirá a Chita: se volteó a la banca y movió los brazos como diciendo “Se acabó”. El técnico más ganador del fútbol venezolano atraviesa la etapa más dura de su carrera y da la sensación de que la realidad venció sus ilusiones: sus títulos domésticos de nada valen en el ámbito internacional. Ha creído, como pocos, en el talento criollo, lo que lo ha llevado a tragarse sus palabras: tras anunciar que en la selección solo jugarían los que tuvieran minutos en sus clubes, se ha dado cuenta de que no hay futbolistas suficientes con nivel para una Eliminatoria, viéndose obligado a recurrir a aquellos consolidados que no atraviesan un buen momento. El caso de Francisco Carabalí lo llevó a una contradicción mayor: el lateral fue expulsado de su equipo por indisciplina, llevaba varias semanas de inactividad, y aun así fue convocado. La presión para ganar, al parecer, no solo le ha restado seguridad a los futbolistas.

  5. El equipo decayó al verse atrás en el marcador. Otero dejó de encarar. Sema y Vizcarrondo se tardaban en salir. Rosales y Cichero no acompañaban las jugadas con la misma convicción. Jeffren perdió soltura. Salo y Santos deambulaban. Lucena se refugió en su mejor virtud: estar bien ubicado para recuperar. Para Paky, la pelota, en salida, se convirtió en objeto de terror. Tomás dudó como nunca antes en la Eliminatoria: amarró el balón más de lo debido, pensaba en exceso antes de cada pase y fue evidente que no quería dirigir las posesiones hacia atrás. Esto último es síntoma de un equipo con miedo. Un gesto fuerte viniendo del capitán. En medio de eso, la mejor versión de Ecuador en la historia de Eliminatorias fue puliendo sus armas hasta asentarse por completo.

  6. Durante 45 minutos, Rafael Acosta fue el futbolista que debía haber sido. La charla del entretiempo bien pudo ser: “Muchachos, nos estamos quedando fuera. Hay que matar o morir”. La entrada de Acosta por Lucena sustentaba la intención de querer la victoria. También mostraría el camino que se debe seguir en el futuro. El fútbol venezolano necesita de volantes de primera línea que sepan mover el balón, que tomen buenas decisiones con él y que puedan solicitarlo sin complejos. La intermitencia de Acosta, en su carrera, lo privó de llegar a este momento de su vida consolidado en la Vinotinto. En el segundo tiempo frente a Ecuador, fue el motor de la selección. Recuperó balones, pidió la pelota para salir jugando, tocó y fue al ataque. Apareció en todas las jugadas. Su presencia y desborde de talento, que contrastaron con las posibilidades de Lucena al jugar en la mitad de la cancha, no bastaron para contradecir a la lógica: el que más se equivoca tiene que perder y, pese a la inyección de energía, Ecuador seguía siendo más certero. El tercer gol liquidó la poca fe que quedaba. Algunos venezolanos, como Salomón Rondón, exudaban una actitud de derrota propia de una tragedia griega. Tras el gol de Josef, Salo regresó a su campo caminando. El Gladiador colgaba la lanza. Las dinámicas negativas son difíciles de corregir, repito.

  7. José Manuel Velázquez también se mostró en la doble fecha como el jugador que debió haber sido. Estaba destinado a la grandeza en la zaga central. Sema, Acosta, Otero, Murillo y compañía, son el futuro, el camino a seguir. No es un asunto de nombres propios, es un tema de aptitudes en los jugadores que se están formando. Pero si las nuevas generaciones de futbolistas son mejores, es porque se criaron respirando los vientos de triunfo de la era Páez. No basta. Por sí solo, no es suficiente. Hace falta una reestructuración local que le permita a Venezuela formar jugadores más capacitados; después de todo, como escribió el analista Luis Revilla, “Lo único que va a garantizarle a Venezuela un lugar entre las mejores 30 selecciones del mundo es mejores futbolistas”. Y para tener mejores profesionales, hacen falta mejores escuelas, academias y universidades; lo que demanda, indudablemente, una reestructuración en el sistema formativo. Esto lo solicitó Páez en su momento. En la FVF nadie, o casi nadie, ha querido hacer caso.

  8. La reflexión mayor debe surgir en el entorno. Algunos parecen despertar. Trayendo a colación, nuevamente, un tuit de Luis Revilla, Hay gente que se dio cuenta en 2015 de que es improbable que Venezuela clasifique a un Mundial”. Los pocos triunfos que ha cosechado un país acostumbrado a la mediocridad en el fútbol han sido fruto de esfuerzos individuales. No hay razones estructurales para creer que Venezuela pude ir a un Mundial. La derrota, ojalá, podría ser un llamado de atención. Ir a una Copa del Mundo no puede ser el objetivo del cuerpo técnico de turno, sino de toda Venezuela como país fútbol. Cosa que no ha existido. Alguien, sin embargo, le vendió la idea a hinchas y periodistas de que la Vinotinto estaba lista para enfrentar a las mejores selecciones. La realidad, ahora, abruma. ¿Qué hacer?, ¿qué caminos seguir?

  9. De cara al futuro, ya se sabe. Los mismas deficiencias de siempre salen a relucir año tras año. El avance no depende de un DT, sino de muchos dirigentes. De cara al presente, Chita evaluará su continuidad. Los cambios son imperiosos: o de algunos jugadores, o de DT. Hoy, la Vinotinto naufraga entre lo que quiso ser y no pudo. El punto medio es la inanición por sorpresa dentro de un arranque que nadie esperaba. Las herramientas futbolísticas para avanzar, siempre han estado ahí. Las tiene Noel y las tienen varios jugadores. Pero esta vez los mayores limitantes están en las cabezas. Y la mente es difícil de controlar. Indistintamente de lo que suceda en los siguientes meses, lo que hará mayor o menor el fracaso (Porque es un fracaso arrancar la Eliminatoria con cuatro derrotas) es cómo se asuma la adversidad. Tres puntos, y hasta una improbable clasificación a un Mundial, siempre serán triunfos mediocres en un país que se niega a evolucionar su fútbol desde las bases.

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