Un jardinero central en el West Brom

Por Fernando Petrocelli (@fpetrocelli)

Salomón Rondón parece un beisbolista en el West Brom. Específicamente un jardinero central. Observa fijamente la pelota que sale desde la defensa. Siempre bien alta, cual fly profundo. 

El caraqueño empieza a moverse, de lado a lado, para tratar de bajar ese pelotazo. Sus compañeros creen que el balón le tiene alergia al césped. Por eso la mandan hacia arriba, sin compasión y sin siquiera pensarlo. 

Salo reside en el cielo, de manera forzosa, porque la esférica no le llega de otra forma. Salta una y otra vez, tratando de bajar el balón y empezar una lucha contra el mundo. Casi siempre solo y muy lejos del arco rival, al cual ve de manera borrosa, como si estuviese enceguecido por el sol de verano que empieza a abandonar Europa. 

Ese es el presente de nuestro mejor delantero y el que será el más destacado de la historia del fútbol venezolano. Juega en el West Brom, equipo de mitad de tabla en Inglaterra y cuyo técnico tiene una fórmula bien mezquina de plantear los partidos. Con la que desperdicia todo el talento del venezolano. 

Por eso Salo sufre. Salo está solo. Sin la pelota y alejado de su hábitat. Al área la visita de vez en cuando, como el tío que aparece sólo en cumpleaños y navidad. En la tierra de los creadores del fútbol, Salomón Rondón juega al béisbol. Le falta sólo el guante. Y también la gorra.