Las dos torres y el retiro del rey (Venezuela 1-1 Panamá)

La lluvia condicionó el partido. El último ensayo se realizó con una inesperada escenografía y eso cambió todo. Y es que en Cachamay no se podía jugar. Al menos no a ras de piso, como hubiese querido Noel. No era ni siquiera un tema de leer el piconazo del balón, como acostumbra a hacer el Caracas en el Olímpico. Al rodar, la pelota no picaba, sino que se hundía. El equipo no podía jugar por abajo y, por una cuestión de adaptación natural al entorno, comenzaron los lanzamientos en largo de Vizcarrondo y Túñez a los delanteros. El principal perjudicado fue Christian Santos.

El de la Eredivisie se posicionó detrás de Salomón y tocó par de pelotas con criterio y coherencia. Jugó con ímpetu, corrió hasta la mitad de la cancha para barrerse y recuperar un balón y hasta intentó una chilena. Pero el partido no era para él. Así lo consideró Sanvicente, que, más allá del 1,84 m, no ve en Santos al futbolista idóneo para jugar de espaldas, bajar balones y chocar. La tarea sería para Juan Falcón.

Chita plantó el doble 9 que pedía el partido, dos torres encargadas de poner en juego cualquier envío de los centrales. La dupla empezó a darle sentido a los pelotazos y de esta forma el equipo comenzó a ganar yardas con facilidad. Desde los centrales, el balón pasaba directamente a los delanteros, quienes ponían la pelota en el piso y permitían a sus compañeros jugar cerca del arco contrario, en medio de lagunas y defensores panameños.

Destacó Rincón, quien hizo milagros para jugar con lucidez y filtrar balones que dejaron mano a mano a los delanteros. El Tomás asociativo es una realidad. Por fin tuvo sus primeros minutos Jeffrén y mostró 'cosas interesantes', por lo que volverá a ser considerado. En general, el equipo estuvo sereno al atacar, lo que le permitió conceder menos al retroceder. Poco más ocurrió dentro de la cancha. A partir de ahora, cuando juegue la selección, mucho fútbol quedará fuera de ella: Juan Arango anunció su retiro. El recorrido de la zurda que abrió fronteras a través de Mallorca y que quedó inmortalizada en Mönchengladbach merece ser (y será) contado aparte, en los próximos días.