En el Deportivo Táchira no están locos
El Deportivo Táchira definirá el título del Torneo Clausura el próximo domingo tres de mayo frente al Caracas FC, en el estadio Olímpico
Por Danilo Chacón (@DaniloCh)
La definición de locura es hacer las mismas cosas una y otra vez, esperando resultados diferentes
Albert Einstein
La frase inicial, autoría del científico alemán, es más que un lugar común para quienes se adentran en las innumerables campañas o conferencias de autoayuda de la actualidad; de hecho quien escribe no es el primero en pensar en la misma para intentar describir por qué una institución como el Deportivo Táchira ha decidido, pese a no ganar título alguno, respaldar la gestión del director técnico Daniel Farías. Fue el propio entrenador quien, en una de sus innumerables ruedas de prensa (las cuales ya no realiza), soltó la aseveración de Einstein para argumentar sus variantes en torneos anteriores.
El gentílico futbolístico tachirense ha creado una adicción al triunfo en el imaginario de sus fanáticos, por lo que cada vez que no logra alzar una copa la exigencia de cambios rotundos es inmediata. La dirigencia del club andino apostó por un periodo largo en su dirección técnica, pero sobre todo apostó a no repetir los errores del pasado para que hoy viva el momento más importante y más exitoso de su historia.
¿Estará loco el autor? ¿Sin ganar títulos (aún), es el momento más exitoso? Las respuestas la encontrará usted, querido lector, luego de hacer un lindo ejercicio para quienes nos gusta la lectura; un ejercicio que no es otra cosa más que la interpretación.
Táchira es el único equipo profesional que tiene a todas sus categorías con opción de titularse en los torneos organizados por la FVF: desde la sub 12 hasta el primer equipo tienen chance de salir campeones. Entre el ensayo y el error, en el Deportivo Táchira tomaron una decisión crucial para que esto sea posible: la calidad por encima de la cantidad.
En el carrusel han depurado su cantera. Aunque aún faltan muchas cosas muy importantes como un complejo propio, la captación de talentos ya no se limita a partidos once contra once sino a pruebas bien organizadas, el jugador es bien tratado y los entrenadores, graduados en la actividad, tienen más comodidades para trabajar.
Ahora bien, este es un trabajo que para evaluarlo y para que dé resultados deberá contar con tiempo de maduración, por lo cual no es el tema central de este artículo; pero forma parte del contexto Deportivo Táchira. El contexto, siempre necesario para analizar cualquier tema.
Dos años con muchos cambios
En la búsqueda de la hasta ahora esquiva octava estrella, Daniel Farías ha cambiado la idea, los jugadores, el promedio de edad de los mismos, el discurso, entre otras cosas; para que, por primera vez a falta de una fecha antes de que termine un torneo, su equipo dependa de sí mismo para ser campeón.
En su primer año al mando del Aurinegro apostó por tener el plantel más joven de toda la competición. Su juego se basaba en la amplitud y jugar mano en todo el terreno de juego. Haber llegado a la final de la Copa Venezuela le dio fortaleza, y un cierto respaldo del entorno, para creer que con un año cumplido digiriendo al tradicional club iban a llegar las maduras.
Pero Farías no mantuvo del todo lo hecho: incorporó piezas de experiencia que no mostraron sus mejores dotes y terminaron sin la plena confianza del DT. Los jugadores que eran vistos como futbolistas para vender se fueron quedando sin chances de jugar, después de un torneo en el que Táchira se vio inmerso en los problemas sociales de San Cristóbal.
El cambio más significativo del conjunto andino se dio en el actual semestre del balompié criollo: la apuesta a la juventud quedó de lado, nombres con aguda experiencia fueron incorporados a la campaña “Ahora o Nunca”. Jorge “Zurdo” Rojas, Javier López y Pablo Olivera se sumaron a un plantel en el que solo “Maestrico” González, Agnel Flores y Wilker Ángel estaban antes de que llegara el técnico cumanés.
Cuatro defensores, un doble cinco, esta vez con la variedad necesaria para ese armado (uno que corta y otro que juega), tres armadores con mucha llegada y un punta comprometido con el juego de su equipo –no solo en finalizar el mismo–, es la receta usada por Farías. El discurso del DT solo se puede observar en el funcionamiento de su equipo y las decisiones que toma para incluir variantes, ya que ha decidido no hablar ante los medios de comunicación.
En este ejercicio se puede interpretar una cosa respecto al modelo: la filosofía de juego es ganar, eso está muy claro, pero buceando en el juego aurinegro se encuentra un equipo que sabe adaptarse a lo que le piden los partidos, los cual es muy importante para ganarlos. La posesión no es su herramienta para el triunfo. En muchas ocasiones le regala la pelota a su adversario para luego de recuperarla aprovechar la flexibilidad táctica de sus extraordinarios armadores que siempre llegan al área rival.
Gelmín Rivas, el eje del ataque, le genera espacios a Orozco, González y Rojas; esto aunado al aporte del juvenil Carlos Cermeño, quien siempre se la da redonda a los antes mencionados. En síntesis, Táchira se agrupa bien cuando no tiene el balón, y se dispersa muy bien (hacia adelante) cuando se adueña del mismo, logrando siempre estar listo para casi cualquier situación que pida el partido.
Para ser verdaderamente grande, la institución andina deberá seguir pensando en su cantera como una inversión y no como un gasto. Deberá de una vez por todas dejar de vivir en casas prestadas o alquiladas. Deberá fomentar independencia en sus departamentos para que su estado futbolístico, anímico y económico no dependan de una sola persona, sino que sea algo perenne, esté quien esté.
Pero sobre todo deberá trabajar fuertemente en que sus fanáticos comprendan que ser campeón no solo será ganarle el clásico del próximo domingo al Caracas F.C, sino seguir el camino ya marcado; así, si se descarrila el tren serán ellos mismos quienes alcen la voz para que la institución vuelva al camino de convertirse en un verdadero club. La hinchada no está solo para pedir la renuncia de un entrenador.
La institución, el juego del equipo, el entrenador, han decidido cambiar la receta y no los liderazgos para alcanzar lo único que no puede cambiar en Táchira: el deseo de ser campeón. Si no se piensa en ganar siempre, en San Cristóbal te verán como un verdadero loco.