El viacrucis del fútbol venezolano
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El viacrucis del fútbol venezolano

ForoVinotinto
2015-04-01 21:24:14
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Las estaciones de este viacrucis futbolero representan las tristes y olvidadas canchas, las inútiles cabinas de transmisión, las butacas de las tribunas que solo sirven de sanitario a los pájaros y la cruz en que mueren todos los equipos nacionales cuando juegan copas continentales

Por Héctor Escandell (@hescandell)

 

La crisis en los últimos tiempos ha tocado las entrañas de todos los sectores en Venezuela. El fútbol no pasó liso y hoy muestra una de sus peores caras.

Aprovechando la semana santa –tiempo en que muchos piden y recuerdan la pasión, muerte y resurrección de Jesús– también valdría la pena pedir por la resurrección del fútbol venezolano, porque estoy seguro de que ya vivió su pasión y muerte.

Pareciera una tragicomedia decir que la profesionalización del fútbol no es más que un estatus laboral, porque la realidad es que el escenario no llega ni al de aficionado.

No quiero con este escrito matar las ganas de los futbolistas ni del público, pretendo ilustrar solamente lo que se vive, lo que no se puede esconder; los 50 aficionados que en promedio asisten a los juegos en el Brígido Iriarte y el nuevo hipódromo en que se convirtió el estadio.

Mi última experiencia de acercamiento al balompié nacional fue el domingo 29 de marzo, con ocasión de la jornada 13 del Torneo Clausura. Asistí en calidad narrador al encuentro entre Metropolitanos y Tucanes de Amazonas, en el estadio Nacional Brígido Iriarte. No soporté la indignación.

Antes del encuentro me dediqué a caminar el rectángulo de juego, y la verdad es que no sé cómo hice para no llorar: el centro del campo es una plancha dura de tierra que denota meses sin ser regada, la grama tímidamente se asoma por las bandas y los huecos son el mayor peligro para las rodillas y tobillos de jugadores.

Desde cualquier lugar de la cancha no se observa el punto penal del lado sur, debido a que la marca se encuentra en un enorme hueco.

Fácilmente podríamos hacer una comparación de la Pasión de Cristo, y la que viven los futbolistas, obligados a cargar la cruz como aquel Cirineo en los inicios del recorrido. Los fanáticos pudieran ser aquella Verónica que a pesar de las circunstancias se atreven a limpiarle la cara al fútbol nacional cuando pagan sus entradas para ir a gritar y apoyar a sus equipos.

Las estaciones de este viacrucis futbolero las haríamos por las tristes y olvidadas canchas, los fétidos baños, las inútiles cabinas de transmisión, las butacas de las tribunas que solo sirven de sanitario a los pájaros y, por supuesto, la cruz en la que mueren todos los equipos nacionales cuando juegan copas continentales.

Y así como en aquellos días alguien se lavó las manos, hoy también hay unos cuantos que miran a la bandera para mantener cargos y no hacer nada para cambiar la realidad del crucificado fútbol venezolano.