Roberto Rosales y su evolución en el Málaga
No le pidió consejos hasta que el fichaje fuese oficial. Pero Roberto sabía que en ese club los goles de su amigo habían contribuido para una clasificación a Champions y Salomón, enterado de los rumores, estaba convencido de que, si se concretaba el traspaso, otro venezolano triunfaría en la ciudad dondeVan Nistelrooy le ayudó a perfeccionar su juego. Rondón presagiaba que la adaptación de Rosales no tendría mayor complicación. Para el ‘23’, las playas, el clima y la amabilidad de la gente harían que Robertico se sintiera en casa. Además, desde su salto a Europa, por primera vez hablaría el idioma local y tendría un compañero venezolano. Sin duda alguna, eran las mejores condiciones para desarrollar su fútbol desde que abandonó Caracas, con tan solo dieciocho años de edad.
Tras haber peleado ligas y conquistado copas en Bélgica y los Países Bajos, Roberto Rosales llegaría a una liga que le obligaría a marcar a Cristiano Ronaldo y Neymar. Quizá no era el Arsenal con el que muchos fanáticos soñaban, pero el salto era importante. El Málaga Club de Fútbol anunciaría el fichaje del internacional venezolano el 9 de julio de 2014. Tras una calurosa despedida por parte de la directiva y la afición en su último partido con el Twente, el lateral vinotinto emprendía un nuevo reto. Dejaba atrás al club con el que disputó más de 150 partidos y que le permitió participar en la Champions League, donde con un impensado gol de cabeza entró en la historia del fútbol venezolano. Ahora, el estadio que en 2012 visitó con la selección (5-0 contra España) sería su casa.
La Rosaleda observaría a Roberto por primera vez vestido de azul y blanco en un amistoso de pretemporada en agosto del año pasado. En la derrota 0-2 ante la Fiorentina, la afición malaguista conocería a su nuevo lateral. Ubicarlo en el terreno sería fácil: “el de las medias bajas”. A partir de aquel día, empezarían a descubrir su juego.
En Málaga, Roberto Rosales ha mostrado su buen pie. Sus pases, ocasionalmente, van más allá de lo mecanizado, de lo anodino. No es el típico lateral unijugada: correr, ganar línea de fondo y centrar como vía exclusiva para hacer daño al rival. Durante la temporada, Roberto ha dejado algunos pases interesantes hacia adentro para saltar líneas. Ha participado en ataque con un primer toque peligroso, sorpresivo. Ha filtrado balones por arriba con esa zurda que, gracias a las recomendaciones de su padre, ya casi forma parte del club de los ambidiestros. Y ha realizado alguno que otro cambio de dirección más que oportuno. Todos estos gestos eventuales seguramente sean herencia del inicio de su carrera en el Pedagógico de Caracas y en el Deportivo Gulima, donde incluso llegó a ser el ‘10’ del equipo. Patrimonio que también le ha permitido hacer cosas como esta.
También es cierto que a veces por confiar en su pie y otras por no querer dar el tradicional pase al central cuando no hay más opción cercana, la rifa. Ahí es cuando aparecen sus pases largos verticales, que muchas veces terminan siendo pelotazos. En el apartado de centros, la bota antes destacada no ha salido a relucir con tanta fuerza.
Cuando su equipo tiene el balón, Roberto toma diferentes comportamientos para participar en el juego, según sea el caso. Si el Málaga busca salir desde el fondo, uno de los mediocentros, normalmente Camacho, baja a recibir la pelota a la altura de los centrales. Rosales, junto con el lateral izquierdo (Antunes/Boka), se sitúa en la misma línea del otro mediocentro. Ignacio buscará dar un pase por dentro y luego el futbolista que reciba mandará la pelota a la banda, donde aparecerá Roberto. Otra opción que toma en cuenta el Málaga, incluso más que la anterior, es enviar balonazos largos al punta, tarea de los centrales. En resumen: Rosales no juega un papel fundamental en el mecanismo de salida de su equipo.
El Málaga es un conjunto que, cuando recupera el balón con el rival encimado, sale rápido, sabe qué hacer con la pelota. Aunado a eso, su talento en la mediapunta, donde seis futbolistas se pelean tres puestos, es autosuficiente para crear peligro. En poco puede ayudar Roberto aquí. Pero cuando el equipo de Javi Gracia asienta el ataque porque no puede penetrar a la primera, el lateral venezolano sube y entra en juego. Sobre todo cuando estaba Antunes, Rosales era el lateral de sorpresa. Abierto y profundo, recibía pases de Camacho, quien cambiaba el sentido del juego a zonas menosdensificadas. Cuando ha recibido la pelota en esa condición, ha mostrado grandes pasajes de juego gracias a su entendimiento con Horta, el futbolista que más confía en el caraqueño.
En cuanto a su 1×1, hay que decir que Roberto posee un regate largo, no la tiene pegada al pie. Sin embargo, ha creado peligro parándola con la derecha, pasándosela a la izquierda y aventurándose hacia el centro a ver si se abre un espacio para pegarle al arco o tocársela a un compañero. Nuevamente, le saca provecho a su pierna menos hábil.
A la hora de defender, el juego de Roberto tiene un rasgo característico: le centran mucho. Esto puede ser causado porque el modelo de juego del Málaga lleva al rival a jugar por las bandas o porque el lateral vinotinto así lo prefiere. Lo cierto es que Rosales o anticipa al contrario antes de que le llegue el balón, para lo cual tiene bastante criterio, o le da espacio para que saque el envío al área. Esto tiene una consecuencia: le centran mucho, sí, pero rara vez lo desbordan. Resulta difícil encontrar un juego donde Roberto haya sufrido todo el partido por no estar a la altura de su duelo individual. Su zancada, más que su aceleración, le proporciona una velocidad combativa. No obstante, es sensato señalar que los punteros del Málaga están comprometidos a nivel defensivo para colaborar con los laterales en ese 4-4-2 que adopta el conjunto de Gracia en defensa.
Descartando una fragilidad aparente, Rosales tampoco se ha visto agobiado por la corpulencia de sus rivales. No arrolla, pero tampoco es arrollado. Sus faltas generalmente son por meter la pierna para tratar de robarle el balón a un rival que está de espaldas, y no por barrerse o chocar al adversario.
Donde sí se ha visto endeble es en los balones divididos. Cuando va por ellos le ha faltado una mezcla de timing, fuerza y convicción. Los otros titubeos de la temporada han pasado por alguna que otra desatención a la hora de mantener la línea cuando su equipo tira el offside. Por quedarse enganchado, ha sufrido los gritos de Sergio Sánchez y Kameni.
Nada que le quite la condición de titularísimo: Roberto Rosales es el segundo futbolista del Málaga con más minutos en liga, solo por detrás del portero. Está ocupando el hueco que dejó el histórico Jesús Gámez, por encima de un jugador de la talla de Miguel Torres, quien llegó en el mercado de verano para disputar el puesto con el venezolano y se tuvo que conformar con ser un comodín de la zaga.
Roberto aún no brilla. El venezolano cumple, en un equipo que no le ha pedido que sea influyente. Las esporádicas pinceladas de talento demuestran que tiene con qué ser un lateral de peso ofensivo, lo que las estadísticas indicaban en su paso por el KAA Gent y el Twente. Ha llegado a tener partidos de mucha participación, como el del Sánchez Pizjuán, cuando fue elogiado en la transmisión de ESPN, pero aún se espera una explosión ofensiva. Esa que se produjo a la hora de defender a Neymar, en su mejor partido como jugador del Málaga.