Vinotinto
La misma palabra: paciencia (Honduras 2-3 Venezuela)
- El guión cambió. Esta vez, la Vinotinto estuvo muy cerca del Zamora de Chita, el de la campaña pasada. La consigna se resumía en replegarse, máximo hasta zona 2, e ir basculando el equipo en defensa posicional, a la espera de un error de Honduras –con marca zonal–, o tratando de provocarlo con ocasionales segundos de presión. Todo en función al momento del partido.
- En el ataque posicional se buscó mayor verticalidad. Sin embargo, durante casi todo el primer tiempo, Venezuela sufrió un problema: podía recuperar la pelota, pero la perdía casi de inmediato. Esto respondió a un buen trabajo en la transición defensiva hondureña, así como a ciertas limitaciones para asociarse del equipo venezolano.
- Respecto a la salida vinotinto, casi todas fueron hechas con balones largos. Si bien nunca faltó alguno de los miembros de la defensa que se mostrara, cuando Baroja se disponía a poner el balón en juego, siempre tal jugador recibía la orden de sus compañeros para que se adelantase.
- Lo anterior corresponde a una previsión importante: la presión alta de Honduras resultaba muy prolija e intensa. De hecho, la intensidad, dinámica y ritmo del equipo de Jorge Luis Pinto fue más alta que la de su rival; por consecuencia, salir jugando en corto pudiese haber sido un suicidio, ya que además, ni Lucena ni Arquímedes Figuera se mostraban con la capacidad suficiente para elaborar una buena salida corta. El problema con los balones largos radicó en que pese a la ejecución de los mismos, el equipo permanecía muy retrasado, lo que dificultó que algún venezolano pudiera ganar las segundas jugadas.
- Durante todo el primer tiempo, fueron notables las deficiencias en el ataque posicional de los volantes de primera línea. Quizá no por falta de recursos (Quiero creer que Arquímedes puede dar un poco más), sino por un tema colectivo. Lo cierto es que faltó mucha dinámica en la primera zona de volantes.
- Si algo se le debe seguir aplaudiendo a Chita es su intención de que el equipo defienda hacia adelante en las transiciones defensivas. De esta forma llegó el primer gol. Esta fue una conducta repetida durante casi todo el partido, y que por momentos, sobre todo con los jugadores más adelantados, encontró un nivel aceptable de coordinación.
- Otra cosa que se mantuvo en todo el cotejo fue el bloque corto para defender. El trabajo de Richard Blanco para bambolearse de un lado a otro, durante la defensa posicional, resultó muy importante. Incluso, por momentos del primer tiempo, Venezuela tuvo que replegarse hasta zona 1 por espacio de más de un minuto, debido a las buenas combinaciones del rival. En ese momento, todos los venezolanos se ubicaron por detrás de la línea del balón. La consciencia defensiva de los jugadores, más allá de aciertos y errores, fue notable.
- Los equipos muy verticales, y que tienen por poco tiempo la pelota, suelen guardar algunas características previsibles: en ocasiones, se pude intuir por dónde va a aparecer tal o cual jugador. Por eso, resulta útil el intercambio posicional que reinó entre Richard Blanco, Argenis Gómez, Chuto Lugo y Otero. Dicho intercambio no fue algo circunstancial, respondió a una conducta sistematizada, que además se vio favorecida por la relativa facilidad que tienen los cuatro jugadores para manejar diferentes perfiles y arrancar desde diferentes sitios.
- Los dos primeros goles de Venezuela significan, al menos, un avance en definición desde el punto de vista cuantitativo: no se había dispuesto de casi ocasiones. Hasta resultaba un poco extraño: teniendo en cuenta el desarrollo del partido lo lógico hubiese sido ver a Honduras marcando primero. Ahora bien, desde el punto de vista cualitativo, resultaba una ventaja que no correspondía al funcionamiento del equipo; pero, después del tanto de Arquímedes, quizá porque el fútbol es de momentos, la intensidad hondureña disminuyó. Fue un golpe del que le costó recuperarse a Honduras, y entonces Venezuela se vio un poco mejor.
- El tercer gol vinotinto se pareció a los dos primeros; por consecuencia, se intuye otra conducta: asociaciones cortas en zona 3, para encontrar profundidad en la banda hacia zona 4, y, luego, dar un pase –no un centro a cualquier lado– preciso al espacio que pueda ser rematado por el jugador que esté en el área. Más allá de que el tercer gol rompió los primeros pasos de esta conducta preestablecida, por tratarse de un destello individual de Otero, el final de la jugada resultó ligeramente familiar. Que se empiecen a esclarecer patrones quiere decir que el ejercicio de ensayo/error del cuerpo técnico está dando frutos.
- Tener a Lucena significa tener a un animal competitivo y a un líder. Dejando eso de lado, su participación en la mitad de la cancha me sigue generando dudas. Me parece que Paky ya no está para jugar en la primera línea de volantes; quizá sí en la defensa central, donde ofrece importantes habilidades al momento de anticipar. Frente a Honduras, le faltó dinámica en la salida; aunque, hay que decirlo, las pocas veces que se involucró logró mejorar la jugada. Eso sí, en la defensa posicional fue superado con excesiva facilidad: sus carreras hacia adelante para tratar de anticipar o de evitar que el rival se girara resultaron inútiles; sin mucho esfuerzo, los hondureños se lo sacaban de encima.
- La portería parece ser uno de los puestos más peleados en este nuevo ciclo. Romo, Dani y Baroja, son, a priori, los principales candidatos. El último de estos tres tuvo un gran desempeño en la victoria frente a Honduras. Es evidente su madurez, la que lo pone como una opción real para la selección. Sin embargo, entre estos tres candidatos algo preocupa: el limitado juego de pies que ofrecen, lo que podría traer consecuencias negativas si en algún momento, como creo que sucederá, se trata de priorizar una salida corta. Baroja es, de paso, entre ellos, el que aparentemente tiene peor juego de pies.
- El resultado corresponde a lo visto en cancha. Un 0-3 se antojaba exagerado. De cualquier forma, es más sencillo trabajar luego de una victoria. El proceso de ensayo/error de Chita continúa. Siguen, por otro lado, abundando los errores; sobre todo, en los duelos directos defensivos: los rivales llegan con demasiada facilidad al área venezolana, superan sin muchos obstáculos cualquiera de las dos bandas. Como sea, el camino sigue siendo pedregoso y empinado. En el entorno debe reinar la paciencia. Paciencia y trabajo, ese es el camino.
PD: entre tantas dudas, experimentos y errores, parece cocinarse un gran acierto: Rómulo Otero. El jugador del Caracas debe entender que de su desarrollo personal y futbolístico, así como de su madurez y disciplina, dependen sus posibilidades de éxito. El presente, de momento, ofrece sensaciones muy alentadoras.