Rivales: Paolo Guerrero

Tiene 31 años. Le gustan los peinados extravagantes, pero con el fútbol no se enreda, pues, en honor a Dante Panzeri, solo entiende de dos modalidades: o se juega bien o se juega mal; y lo de él es, por supuesto, un fútbol preciosista que desafía cualquier paradigma que pretenda enfrentar la estética contra la efectividad. Porque él es bueno, muy bueno: marca goles y es colirio para los románticos.

Pertenece a la casta del chileno Humberto Suazo y el paraguayo Salvador Cabañas, un gremio de delanteros que se encumbraron como parte de los mejores del mundo sin necesidad de llegar a un grande de Europa. Y es que si bien Paolo nació futbolísticamente en el Bayern Múnich, ha sido fuera del club bávaro donde su nombre se ha revalorizado.

Entre el 2006 y el 2012 el Hamburgo fue suyo. Rey del fútbol, puso el calor en el frío e hizo 51 goles en 183 partidos; aunque, no quedaban dudas, su potencial daba para más.

Entonces, llegó al Corinthians, un equipo de la tierra que ha parido a los mejores delanteros de la historia. Allí, casi desembarcando, demostró que el dinero no hace al talento, y se erigió como la figura del equipo brasileño que se proclamó campeón del mundo al vencer, en diciembre, al Chelsea, rico de plata y campañas publicitarias pero, esa tarde, falto de la gracia y habilidad que desbordó el peruano.

Pero lo de él no es solo patines y pinceles, es, de la misma forma, gallardía y fuerza. Aprieta los dientes, mira con dureza e insulta si es necesario. Le pueden preguntar a Vizcarrondo, con quien ya ha tenido algún encontronazo en la cancha.

A Chile 2015 llega luego de una lesión. Es uno de los mejores jugadores de América y ha sido uno de los mejores delanteros del mundo. A Venezuela, en la Copa América pasada, ya le marcó un hat-trick en el partido por el tercer lugar. Ese día se mostró en todo su potencial. La selección de Noel Sanvicente espera que esto no vuelva a suceder.

Así le fue a Paolo en la temporada 2014/15: