Diseccionando a la Vinotinto (Venezuela 0-2 Brasil) a
Diseccionando a la Vinotinto (Venezuela 0-2 Brasil) a
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Diseccionando a la Vinotinto (Venezuela 0-2 Brasil) a

Lizandro Samuel
2017-05-20 21:20:04
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La Vinotinto es una reiteración de errores. Cuesta encontrar palabras nuevas para explicar el mismo caos. En medio de una vorágine negativa, es necesario que el DT tome decisiones trascendentales

  1. ¿Qué se puede escribir que ya no se haya escrito? Dos textos condensan bien lo que es mi perspectiva respecto a dos interrogantes: uno, ¿por qué le cuesta mejorar a Venezuela? Dos, ¿cuáles son sus más profundas limitaciones? Ante Brasil, en lo que ya es el descalabro vinotinto más grande de lo que va de siglo, volvieron a verse algunos de los tan mentados problemas. Repasémoslos.
  2. La Vinotinto es incapaz de elaborar una salida de juego solvente. Y lo es porque no tiene las piezas para hacerlo. Tanto Baroja como Dani poseen serias deficiencias con el juego de pies. Que toquen la pelota bajo presión representa un riesgo. Por eso se le han abierto las puertas a dos jóvenes: Contreras y Faríñez. Ambos, a parte de galantear habilidades con las manos, están capacitados para jugar con el balón en el piso. Pongamos el foco en la defensa. Salvo Sema, no hay centrales que sepan salir jugando. Las deficiencias se extienden en menor medida hasta los laterales. Incluyendo a Rosales, quien ha destacado en Europa, pero no gracias a su precisión en zona uno. Que tanto en la era Chita como ahora en la de Dudamel una buena parte de las ocasiones que generan los rivales sean producto de errores venezolanos en campo propio no es casualidad.
  3. En la primera línea de volantes persisten las limitaciones. Tomás se ha desarrollado de forma impensable. No es suficiente. Aún sigue sin aparecer otro mediocentro con el nivel necesario para la Eliminatoria. Arquímedes y Arles son soluciones momentáneas, a problemas puntuales, tal como alguna vez lo fueron Ágnel, Minino y Di Giorgi. Venezuela no produce volantes de primera línea que sepan ordenar al equipo con el balón. Rincón, en ese sentido, también acarrea fuertes limitaciones técnicas. Las ha sabido suplir a punta de trabajo. En el futuro, la Vinotinto necesitará mejores mediocampistas.
  4. En los últimos tres minutos del partido Brasil paseó la pelota, se la escondió al rival. Esa es una forma de gestionar el resultado. Incluso, podría decirse, de defenderse. Venezuela es incapaz de emularla: no tiene el portero, ni los defensas, ni los mediocentros acordes para esconder la pelota cuando necesita hacerlo. La consecuencia es que se vea obligada a jugar mucho tiempo sin balón; por ende, aumenta las posibilidades de que los rivales técnicamente superiores le hagan daño. El peligro se acrecienta si se comprende que entre los venezolanos no hay ningún crack en la zaga, un defensor capaz de inclinar la balanza derrochando talento en recuperaciones extremas. Sí, esta es la mejor generación de futbolistas venezolanos de la historia. Pero vale decir que dicha generación al ser comparada con sus rivales de Conmebol no sale bien parada: es la penúltima peor plantilla. Si el equipo no está engranado, las grietas parecerán abismos.
  5. Venezuela necesita dejar de defenderse tanto tiempo, para lo cual requiere poseer más el balón, pero no sabe tener la pelota. Esta paradoja no se puede resolver a corto plazo. Farías y Chita no pudieron lograr la evolución requerida. Sería muy difícil que Dudamel, usando como base a estos mismos jugadores, lo lograra.
  6. En defensa posicional, la Vinotinto quiso evitar la salida en corto de Brasil. Josef y Salo marcaron a los centrales abiertos y Tomás cubrió a Fernandinho. De este modo se pretendía evitar que el equipo de Tite se organizara desde atrás. ¿Dónde falló el plan de Dudamel? La Vinotinto tuvo que ser un conjunto largo. Si Brasil no salía con un balón aéreo, sino que arrancaba en corto y lograba superar la presión inicial, se conseguía con mucho terreno por delante. Como los defensores venezolanos no están acostumbrados a presionar, prefieren replegarse. Esto permitía que Coutinho, Willian o cualquiera de los interiores, avanzara sin oposición hasta una zona de la cancha donde su talento en el regate o/y en las asociaciones cortas se imponía. Venezuela necesitaba presionar para limitar a Brasil, pero Venezuela no tiene las piezas para defender en zonas tan altas del campo. Venezuela vive en disonancia.
  7. Si Brasil lograba asentarse en campo rival, la presión de los locales se esfumaba. Ahí el plan era otro: tapar todo posible hueco. Se debía obligar a la Canarinha a tener posesiones horizontales. Por algunos momentos esto se logró, con Tomás pegando gritos desde la mitad de la cancha para dirigir la basculación. La mayoría de las veces, no obstante, la dinámica –es decir, movilidad sin balón, entiéndase desmarques de ruptura o de apoyo– brasileña permitió la creación de pasillos interiores que desembocaron en ocasiones de gol contra Dani Hernández.
  8. Como la defensa venezolana no sabe achicar, Tomás y Arles debían replegarse. Esto facilitaba la llegada de brasileños en carreras frontales. El balcón del área vinotinto vivía bajo constante asedio. Si Tomás y Arles no estaban replegados, uno de los dos se encontraba presionando muy arriba y quedaba eliminado por la sucesión de pases del rival. Es decir, otra vez Brasil colocaba alguno de sus efectivos en la media luna. Mientras Venezuela no armonice su forma de defender este problema se seguirá padeciendo.
  9. El Brasil de Tite se ve mejor que la versión que ofreció bajo el mando de Dunga. Se para mejor en cancha, se distribuye bien en el ataque posicional y hace circular la pelota con criterio. Ante Venezuela, tenía claro cuál era el camino a seguir y lo emprendió con los recursos acorde a sus ambiciones. Demostró una armonía que a su rival le resultaba ajena.
  10. Se repite eso de pensar en Qatar por encima de Rusia. El reduccionismo afirma que todo pasa por darle chance a los jóvenes. Calma. Los hoy veteranos en algún momento fueron juveniles a los que también hubo que darles oportunidades. Aunque Peñaranda, Otero y Añor son más talentosos que sus antecesores, el análisis debe ser más profundo. No se trata de dar oportunidades a la ligera. Lo ideal es plantearse: ¿a qué se quiere jugar? ¿A qué se puede jugar hoy y cómo eso puede ir evolucionando hacia lo que necesita el equipo para competir en el futuro? Una vez respondidas esas preguntas, varios integrantes de la Vinotinto tendrán que ceder su puesto. No porque estén oxidados ni por la necesidad de que los jóvenes vayan viendo más minutos. No. Sino porque el análisis dirá que si, por ejemplo, Venezuela necesita mejorar la salida y futbolistas como Vizcarrondo son incapaces de desarrollar su técnica –por un tema de formación–, pues se debe encontrar un central con la materia prima que pueda ser trabajada hasta alcanzar un mínimo competitivo. No es solo un asunto de nombres, es un tema de cómo mejorar el colectivo. Con todas las reestructuraciones que eso implica.
  11. El discurso de Dudamel habla de cuestiones psicológicas. Se entiende que, puertas adentro, los fallos tácticos son ponderados con mayor cuidado. Es hora de que su mano se haga presente. Debe influir más en el equipo. Los cambios, me parece, siguen siendo una asignatura a mejorar. Cuando el conjunto necesitaba más variables ofensivas, fue incapaz de cambiar el libreto: sustituyó pieza por pieza, y la salida de Añor fue por una molestia física. Si los futbolistas voltean a la banca, deben de encontrar respuestas. La inercia es el peor de los caminos.

PD: Venezuela sufre tantos problemas para hacer frente a la Eliminatoria, que cualquier vergüenza deportiva se ve superada por la institucional. Debe de ser el único país en el que se va la luz en plena competencia. Reflexión. El desastre sirve para provocar reflexiones.

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