Gallardo y Sosa versus la calma

Tejer es una actividad que se asocia a las personas mayores, requiere de paciencia y concentración. No hay prisa y se sabe que el objetivo se alcanza sin sobresaltos. El primer partido de Zamora en Libertadores, versus Gremio, se caracterizó por la construcción de jugadas con base en la calma, pues ambos equipos por largos momentos del compromiso tuvieron una posición reactiva que permitía que el rival controlara el balón hasta cierta zona del campo.

Aunque la percepción general es que Zamora es una oncena de transiciones rápidas, demostró ante Gremio que es capaz de trasladar y tejer jugadas avanzando líneas paulatinamente; sin embargo, para alcanzar la portería del brasilero Marcelo Grohe, hacía falta añadir un poco de vértigo.

Asentado dentro del campo desde que el árbitro indicó el inicio del compromiso, la oncena barinesa fue superior durante los primeros 20 minutos. Clarke, Peña y Gallardo exhibieron sus dotes. Peña como mediapunta tenía libertad de movimiento y, cuando pisaba el balón, era capaz de librarse de algún contrario; mientras que el panameño y Gallardo se movían hacía adentro para conectar con el merideño. Asimismo, el desborde era otra herramienta dentro del repertorio. En este parcial de tiempo, tres fueron los disparos de Zamora versus ninguno del rival.

El dominio absoluto del blanquinegro no se volvería a imponer: Gremio no estaba dispuesto a conceder más licencias. Y aunque ninguno de los equipos mostró su mejor versión, el visitante concretaría su victoria gracias a la finalización de una jugada con casi 30 pases consecutivos, y a la ejecución de un penal luego de una falta que cometió dentro del área Luis Ovalle.

El resultado final pudo haber sido un empate, pues Zamora tuvo las ocasiones suficientes para marcar dos goles, pero no tuvo la efectividad deseada. Dentro el conjunto local se destaca a Erickson Gallardo, quien demostró ser un jugador irreverente capaz de cambiarle el ritmo al partido. Si bien se diluyó un poco en la segunda mitad, el suplente Eduardo Sosa, de 19 años, tomó ese rol subversivo jugando como mediapunta, cuestión que trasladó a Peña a la banda derecha.

En una noche tranquila en el llano, Gallardo y Sosa preferían el frenesí.